Créditos: Ilustración: diariosanrafael.com.ar
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“Cuando abriste las piernas te gustó, ahora aguantate”.

Cuando tenía 10 años nació mi hermano en el IGSS de Pamplona. Recuerdo que en ese momento me formé la idea de que tener un bebé implicaba que el personal médico te gritara y te dijera ese tipo de frases humillantes. Durante mucho tiempo creí que esto era normal. Años después al acercarme al feminismo supe que el maltrato físico y psicológico que sufre una mujer embarazada es un tipo de violencia de género, violencia obstétrica.

2019 nos recibió con videos que ejemplifican casos de violencia obstétrica ejercida por el personal médico de hospitales públicos del país. Todos muestran lo mismo, falta de empatía hacia la necesidad de un espacio tranquilo y seguro para la madre y el bebé, una sala repleta de médicos gritando y grabando el momento, no del nacimiento, sino de la retención del bebé mientras llega el segundo exacto de la medianoche para ser sacado y ser el “bebé del año”, mientras se ignora a la madre y se utiliza para ganar la competencia.

La normalización de la violencia obstétrica en Guatemala explica por qué quienes publicaron el video vieron un momento de felicidad y no notaron las señales de maltrato y la falta de respeto hacia la madre. La normalización de este tipo de violencia explica por qué los comentarios celebran el actuar de los médicos y  justifican la llamada “Maratón de la Cigüeña” (celebrada desde 1956) por los obsequios que reciben las “ganadoras”. Comentarios que reflejan una sociedad machista, clasista y racista, que cree que el otorgar obsequios a mujeres de escasos recursos les da derecho y poder sobre ellas.

La violencia obstétrica no ocurre únicamente una vez al año y tiene tantas formas que también pueden afectar a mujeres de nivel socioeconómico alto. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, muchas mujeres en todo el mundo sufren un trato irrespetuoso, ofensivo o negligente durante el parto en centros de salud, siendo las más afectadas las adolescentes, las madres solteras, mujeres de nivel socioeconómico bajo, las que pertenecen a una minoría étnica, las inmigrantes y las que padecen VIH.

Ilustración: diariosanrafael.com.ar

02 de enero de 2019

Ocurre violencia obstétrica cuando la mujer es humillada, juzgada, atemorizada y amenazada. Cuando se realizan procedimientos médicos sin su consentimiento o por coerción, cuando no se respetan sus decisiones y se viola su privacidad. Cuando se rechaza su admisión en los centros de salud o cuando a las mujeres y al bebé se les retiene por falta de pago. También constituyen casos de violencia obstétrica el obligar a una mujer a parir en condiciones que le resultan incómodas o mediante técnicas que alteran el proceso natural del parto como la maniobra de Kristeller o practicar una cesárea cuando existen las condiciones para el parto natural. Todas estas formas de violencia tienen algo en común, ocurren porque la opinión de la madre no es tomada en cuenta, debido a que a las mujeres se nos sigue negando el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, en este caso, el derecho a decidir sobre nuestro propio parto.  

En países de Latinoamérica como Argentina y Venezuela donde existen leyes que sancionan la violencia obstétrica, las acciones de los profesionales de la salud que vemos en el video y las que ocurren a diario podrían ser denunciadas. En Guatemala no existe una ley que proteja a las mujeres de este tipo de violencia. En 2017 la diputada Sandra Morán y el diputado Leocadio Juracán presentaron la iniciativa de ley 5243 “para prevenir y sancionar la violencia obstétrica en Guatemala”, la cual recibió un dictamen desfavorable por parte de la Comisión de Salud y Asistencia Social por considerar que dejaba en un estado de indefensión a los profesionales de la medicina.

La iniciativa de ley tenía por objeto impulsar acciones de prevención y sanción de la violencia obstétrica en contra de las mujeres durante el embarazo, parto y pos parto, respetando el derecho de la mujer a la decisión libre e informada y a la atención libre de estigma y discriminación. Incluía programas de sensibilización dirigidos al personal médico para disminuir los índices de violencia obstétrica y constituía a esta como un delito sancionado con prisión de dos a cinco años.

En Guatemala la violencia obstétrica sigue sin ser delito. Que no sea delito no implica que no tomemos acciones para ponerle un alto. El primer paso es hablar de ello para que las mujeres no sigan creyendo que estos tratos son normales, los acepten o se alejen del sistema de salud. Es importante capacitar a los profesionales de la salud para que dejen de creer que tienen poder sobre las mujeres.

Es tiempo de hablar sobre violencia obstétrica, sobre educación sexual y reproductiva. Que las niñas y mujeres dejen de ser obligadas a ser madres y que nuestra sociedad deje de permitir, justificar y celebrar la violencia contra las mujeres.

Iniciativa de ley 5243:

https://www.congreso.gob.gt/iniciativa-de-ley-detalle/?id=4657

Prevención y erradicación de la falta de respeto y el maltrato durante la atención del parto en centros de salud de la Organización Mundial de la Salud.  http://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/134590/WHO_RHR_14.23_spa.pdf?sequence=1&fbclid=IwAR0IDJSXCEt9nStltX7HNPlgPNQmXJKqizPRYUPunTGNZR9q1O0fia933ww

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