“A este gobierno no le interesa invertir en educación.” Entrevista con Jorge Arriaga

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Créditos: David Toro.
Tiempo de lectura: 5 minutos

Por David Toro

13 de noviembre de 2018

Jorge Arriaga Rodríguez, egresado de la Universidad de San Carlos (USAC), líder estudiantil durante la hostil década de los 70’s, catedrático durante más de 20 años, posee conocimiento de la casa de estudios desde sus entrañas, características que le han permitido observar la crisis actual desde diferentes aristas.

Las tardes de noviembre en el Centro Histórico de la ciudad de Guatemala son básicamente un cielo naranja. A las 4, arribo a la Casa Cervantes sobre la 7ma calle, mi lugar de encuentro con Jorge Arriaga. Este señor conoció a la USAC, como estudiante de Historia de 1971 hasta 1979. Durante esa época fue parte importante de los movimientos estudiantiles, en 1978 formó parte del histórico grupo de jóvenes que, dirigidos por Oliverio Castañeda De León, convirtieron a la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) en una piedrecita en la bota del gobierno militar de la época. Arriaga conoce también la aulas universitarias desde el otro lado: fue catedrático en la facultad de ingeniería y en la Escuela de Historia desde 1992 hasta su reciente retiro en el 2016.

Al llegar a Casa Cervantes, encuentro a Jorge leyendo en una mesa del corredor y bebiendo una limonada.  Interrumpo su lectura para poder conversar sobre la USAC, sus problemas financieros, presupuestarios, pero sobre todo, para encontrar un punto de vista menos técnico pero más honesto, bañado del elixir de la experiencia, para entender un poco cómo la crisis de la universidad ha llegado a este punto crítico y el porqué de que a la Comisión de Finanzas y Moneda del Congreso, le pareció buena idea recortar el techo de la educación superior para poder hacer encajar las piezas del Presupuesto General de la Nación 2019.

Arriaga deja sus lentes sobre la mesa. El primer punto: la decisión de recortar el presupuesto de la USAC es un movimiento meramente político, una estrategia: “Mire hay que entender que a este gobierno no le interesa invertir en educación, estamos hablando de una gestión  militarizada, [pero] conformada por civiles: el binomio presidencial se graduó en la USAC e incluso Jafeth Cabrera (vicepresidente) fue rector de la universidad (1994-1998)”.

Jorge Arriaga. Fotografía: David Toro.

Enseguida vamos al meollo del asunto: el sistema neoliberal bajo el que se desarrolla nuestra vida política y económica, gente con la educación mínima y con mucha necesidad, son elementales para los intereses del sistema… “Siempre decían que el neoliberalismo era como una copa que cuando la espuma se rebalsara, los frutos regresarían a la clase asalariada que  había cargado el trabajo pesado, pero eso es mentira, nunca lo hemos visto, al contrario, las élites se aprovechan de la miseria. Por ejemplo, a un ingenio azucarero, no le interesa que un trabajador se eduque, si para cortar caña no se necesita más que saber usar un machete”, explica para contextualizar el origen histórico de la precarización educativa.

Jorge incursionó en la vida universitaria en un momento histórico nocivo, una guerra que comenzaba a llegar a sus años de represión más violentos. A él le tocó vivir la desaparición y asesinato de amigos cercanos y compañeros del Secretariado de la AEU: “A Antonio Ciani (secretario de AEU 1978) lo desaparecieron de una manera impresionante. Había salido de una reunión, lo dejaron cerca de su casa y a una cuadra de llegar a la puerta, lo subieron a un carro y nunca apareció”.

En medio de aquellos años donde la represión militar llegó a un punto extremo no le quedó más remedio que el exilio, estuvo fuera de Guatemala desde noviembre del 78 y pudo regresar hasta enero del 92; más de una década.

La charla avanza en la Casa Cervantes, a pesar de ser martes, comensales de mesas cercanas degustan unas de aquellas bien frías, mientras yo aprovecho el momento mis propias tácticas de interrogatorio para que Arriaga me suelte la sopa en temas perturbadores, como las técnicas represivas del gobierno militar de Lucas García que lo obligó a exiliarse, responsable del asesinato de muchos líderes estudiantiles. “Es muy diferente, aunque actualmente sí existe represión, realmente no se puede comparar, no han llegado a esos extremos, pero lo que estamos viviendo con este gobierno, es que él [Jimmy Morales] ha adquirido prácticas propias de militares y los ha empoderado nuevamente; el papel que ha jugado el actual secretariado de la AEU recuperada de una comisión transitoria que la tuvo cooptada, me parece inteligente, son nuevos tiempos, se han portado a la altura y han actuado con legalidad”.

Jorge Arriaga. Fotografía: David Toro.

Una crisis que inicia mucho tiempo atrás

Cuando Jorge era estudiante, la situación de la crisis financiera no era en sí un problema, pero explica que, a su criterio, desde el gobierno universitario de Eduardo Meyer en 1982, es donde inicia un verdadero declive de la universidad, en el aspecto económico, Arriaga vivió, siendo docente, las consecuencias de tener que lidiar con una situación de crisis. “Cuando impartía el curso de social humanística, había momentos en la facultad de ingeniería donde teníamos que improvisar como catedráticos. Yo llegué a tener un promedio de 150 alumnos por clase, tuve una de 300, para examinarlos usaba dos salones diferentes, a veces adentro de la aula ni siquiera había oxígeno, los estudiantes están prácticamente hacinados en los salones, esas no deberían ser condiciones para dar clases”.

Esos ejemplos que parecieran de lo más cotidiano o “normal”, son ejemplo claro de que la universidad está recibiendo muchos más estudiantes de los que su capacidad actual le permite. Increíble pensar que constitucionalmente está establecido que debe obtener no menos del 5% del presupuesto nacional y que debe aumentar según su población. Esos aumentos no han llegado. Al contrario, actualmente se enfrentan a posibles recortes, propuestos por una comisión de Finanzas del Congreso, donde 6 de los 13 diputados son del partido oficial de Gobierno, FCN.

La autonomía y la transparencia son aparte

Arriaga, en retiro, dedicando tiempo a su familia, no deja de seguir de cerca las tribulaciones de su universidad, compartió que desde su perspectiva de la famosa autonomía que goza la USAC, no se debe mezclar con un asunto de recursos y administración, esta autonomía está ligada a la libertad de cátedra, a esa posibilidad de oponerse al gobierno, de generar su propio pensamiento desde la resistencia. “Pues quien debería encargarse de fiscalizar a la universidad debe ser la Contraloría General de Cuentas, eso ya deberían de haberlo hecho; es un tema alejado de la cuestión de la autonomía y que siempre se ha mezclado equivocadamente”.

Si algo atesora Jorge de sus largos años dentro de la USAC, como docente, sin lugar a duda, son las experiencias vividas con estudiantes. Comenta que le alegra ver que estudiantes salen de las aulas y logran sobresalir, situación compleja que está ligada al sistema que nos gobierna: “siempre le dije a mis alumnos que hay que buscar hacerse de un negocio propio o algo, porque uno llega a los 35 años en un trabajo y muy posiblemente llega a un límite donde ya no se puede subir más o incluso se puede ser despedido”. La educación en Guatemala no sólo es un privilegio; la formación académica no asegura la estabilidad económica.

Respecto al actual Rector Murphy Paiz, no platicamos lo suficiente; el horario aprieta y Jorge tiene una reunión con unos amigos en pocos minutos. Al preguntarle sobre el tema, recuerda que aunque la crisis de la USAC es una consecuencia de malas administraciones, la responsabilidad de cambiar la situación es de él [Murphy]. “Yo recuerdo que hace unos años lo fotografiaron con los que formaban parte de la transitoria que cooptó la AEU, en Ingeniería tenía muchos problemas con catedráticos y estudiantes cuando era decano. Sobre rectores, creo que el único que se salva un poco es Fuentes Soria, quien estaba al frente cuando yo llegué como catedrático en el 92”.

Jorge está retirado, pero mantiene contacto con los integrantes del movimiento social estudiantil actual. Terminamos la charla, sabiendo que hay mucho por decir aún y que la crisis de la USAC no es una cuestión de casualidad. Existe un interés político por detener las posibilidades de desarrollo por medio de la debilitación de la única universidad pública de Guatemala.

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