¿Celebrar la ley del aborto?

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Créditos: clarin.com /Andrés D’Elia
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por: Patricia Cortéz Bendfelt

No se confundan, hoy es el pañuelazo, la celebración de que se ha promulgado en Argentina una ley que despenaliza el aborto.

Me molesta que tantas personas hayan sido convencidas de que lo que plantea la ley es algo “malo”, parece que creen que, al aprobarse la ley, cualquier persona te va a abordar por la calle, viendo tu panza de embarazada y te dirá “abortalo, ya”. Y bueno, eso no va a pasar.

Por el contrario, seguiremos yendo a la fiesta de la tía abuela en donde a todas las mujeres se nos seguirá preguntando lo de siempre “¿cuándo vas a tener hijos?” “se te está pasando el arroz”. ¿Cómo que sólo vas a tener uno? ¿Se va a sentir solito!, ¿Para cuándo la parejita? ¿Acaso no tienes televisión? ¡Ya son demasiados niños, pareces coneja!” y así, las mujeres no decidimos sobre los hijos que queremos tener, lo hacen nuestras parejas, nuestras madres y padres, nuestras familias extensas y toda la sociedad “¿no quieres ser madre?, pero que egoísta eres”, ¿quieres tener muchos hijos? pero que irresponsable. Nunca quedamos bien, siempre somos criticadas por nuestras elecciones sobre la maternidad.

Aunque algunos médicos hemos recomendado abortos, en circunstancias muy claras, donde el riesgo de tenerlo es mayor al riesgo de abortarlo y donde sabemos que solo uno de los dos puede sobrevivir. Y claro, también hemos extraído fetos que tuvieron la mala ¿suerte? de implantarse en lugares que hacen imposible la sobrevivencia, y no, aún no sabemos cómo mantener fetos fuera del vientre materno, no estamos “celebrando la ley”. Entonces, ¿qué estamos celebrando?

La ley impide que, además de meterse en nuestra vida reproductiva, seamos encarceladas por nuestras decisiones, permite que se aumente la educación sexual e impide que cualquier médico sea encarcelado por hacer un procedimiento para salvar la vida de una mujer.

En Guatemala se puede abortar por causales médicos. En Argentina no se puede. Entiendo que a usted, que tal vez no sabe tanto de biología ni de medicina le “aterre” que se “hagan esos procedimientos”, le cuento que no son procedimientos tan horribles como los que sacan en videos y que nadie está haciendo “pepsi de fetos” ni es posible “venderlos para hacer shampoo”. No es cierto.

Fotografía: clarin.com /Andrés D’Elia

Tampoco nos verá, a aquellas que nos alegramos por la victoria de las mujeres argentinas, paradas en las esquinas acosando mujeres embarazadas para exigirles que aborten. No es eso lo que queremos.

Menos nos verá decirle a una mujer “debiste abortarlo” cuando la vemos contenta con su embarazo, nos encanta la maternidad cuando es deseada, cuando se nota el amor al hijo, cuando se ve que fue su decisión y no “su destino” o “su mala suerte”.

No tema, seguirán naciendo niños, siempre habrá mujeres y hombres que tomarán para sí la aventura de la maternidad y paternidad, esperaríamos que fueran niños deseados, amados desde antes de la concepción, concebidos en el tiempo en el que ambos se comprometieron a cuidarlo y protegerlo.

Como desearíamos que ninguna mujer tuviera que pasar por ese momento, y como deseamos que cuando pasen lo hagan de forma digna, sin insultos, sin odio, sin violencia.

Celebramos eso, una pequeña victoria para las mujeres, que no se les acuse ni se les encarcele, que si no queda otro remedio, por la causa que sea, el proceso sea digno y con cuidado.

Como dijo Mujica “a nadie le gusta el aborto”, pero la realidad actual nos deja sin más armas que esas.
Para mientras, deje en paz a las mujeres que quieren o no quieren ser madres, respete sus decisiones, no viole, no golpee, no violente, no insulte. Y tal vez, algún día, el procedimiento ya no será necesario.

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