Aportes en un enfoque psicosocial del REMHI

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Créditos: Daniel Hernández Salazar
Tiempo de lectura: 13 minutos

Por: Carlos Martín Beristain

La mayor parte de las cosas que puedo decir sobre los impactos, desafíos y aportes del REMHI, formaban parte de una intuición de abrir un espacio para las víctimas cuando empezamos ese proyecto, pero no tenían la materia para ser pensados ni una visión de los alcances que iba a lograr. Esa materia necesitaba no solo de la idea inicial con la que comenzamos a tejerlo. Requerían de la gente, de la respuesta que nos dieron en una asamblea diocesana, donde presentamos en proyecto: es tiempo de hablar. Hay proyectos que nacen con una promesa de esperanza, cuando parece que no hay caminos, pero convocan los esfuerzos colectivos para hacerla posible. El REMHI fue un latido que tocamos con las manos, quienes tuvimos  el privilegio de estar metidos hasta la piel en ese proceso, y que ha seguido caminando no solo en Guatemala sino en otros muchos procesos y países. Al menos de eso yo soy testigo.

La idea central de que la reconstrucción de la memoria histórica, y que la verdad de las víctimas, son herramientas clave no solo para escribir lo que no ha encontrado palabras, sino para nombrar lo que necesitamos para vivir. El REMHI fue una idea para el futuro. Y en gran parte estas reflexiones no son solo sobre lo vivido en estos 20 años, sino ejemplos para volver a empezar.

1.Verdades que duelen

La verdad tiene sentido, pero también duele. Para las víctimas dar su testimonio es recuperar la palabra, pero también es volver al escenario del horror. Y la dimensión del acompañamiento debe estar íntimamente unida a la reconstrucción de la historia, porque no solo hablamos de hechos o violaciones de derechos humanos, sino de vidas truncadas y dolores que no dejan de serlo. Un amigo ruandés y psicoterapeuta, Tyte Mugreyfa decía hablando de este acompañamiento: yo no soy víctima, pero cuando tomamos un testimonio la víctima vuelve a su dolor y tenemos que estar dispuestos a hacer una parte del camino.

Imagen: Daniel Hernández Salazar

Pero los mecanismos para afrontar este dolor están en la búsqueda de su sentido. El REMHI trató de documentar ese impacto, describirlo, escucharlo, y como decía la primera cita de John Berger en el informe Guatemala Nunca Más: que el dolor encuentre la palabra que necesitaba, que buscaba a gritos.  Y que una vez dicho convoque a la acción. Esta dimensión psicosocial del REMHI se introdujo desde la concepción del trabajo. El primer obstáculo es afrontar al miedo. Y en Guatemala, la memoria estaba atada por el terror vivido. Se preparó cuidadosamente el proceso, la formación de quienes tomarían testimonios, se abordaron nuestros propios miedos y los que podían tener las víctimas.

2. Poner a la altura la experiencia de la gente

Memoria e historia, dos cosas aparentemente contradictorias. La memoria, más centrada en lo subjetivo e intersubjetivo y las vivencias de los hechos o las formas de recuerdo individual y colectivo,  de traer al presente lo vivido; y la historia con sus elementos de búsqueda de objetividad, contraste, análisis de contextos etc. Juntas trataban de dialogar y conseguían avanzar. El propio término memoria histórica se convirtió en un referente para asociaciones en España que buscaban a los desaparecidos o cátedras universitarias que propiciaron investigaciones sobre las consecuencias de la violencia, las víctimas de conflictos armados o represiones políticas. La experiencia de las víctimas deja de ser un efecto colateral de los conflictos armados, y muestra el lado humano y social, íntimo y colectivo que teje las vidas que quieren ser vividas y las que dejaron de serlo. Y muestra tanto que el control del tejido social se convierte en objetivo militar, como las consecuencias y el legado de fracturas y sufrimiento no son un polvo para esconder debajo de la alfombra, sino  el punto de partida para analizar las políticas de reconstrucción del tejido social.

3. Salir del silencio

El REMHI fue un proyecto de envergadura que llevó a cabo intuiciones novedosas sobre el trabajo con las víctimas del conflicto armado y el trabajo con la memoria y el acompañamiento en Guatemala, pero también ha constituido una experiencia y formas de trabajo que han ayudado a otros procesos en el mundo. Por ejemplo, constituyó un aporte clave para la memoria histórica del pueblo saharaui. El informe El Oasis de la Memoria, da cuenta de la violencia contra la población civil, los desaparecidos, los familiares, las víctimas de tortura o violación sexual, la violencia contra las mujeres y los niños y niñas, que tomó muchas de las metodologías y los aprendizajes del REMHI. Con las metodologías que pusimos en marcha en el REMHI, esas victimas silenciadas del norte de África contaron sus historias escondidas, que circulaban en las formas de memoria oral, pero también estaban escondidas en tantos silencios que no se podían escuchar, porque para qué contar a otros que han vivido cosas parecidas, o cómo poner en palabras todo lo vivido. El primer entrevistado, un viejo hombre de azul del desierto, en su testimonio recordó el nombre completo de 41 detenidos que estuvieron desaparecidos con él durante 12 años. Un poeta saharaui, Brahim Sabar pasó cuatro horas dando su testimonio, sobre cómo resistieron en centros clandestinos de detención durante más de diez años, contando sus historias, apoyándose mutuamente, o dando clases de árabe en el encerado de su brazo, reconociendo el valor de su propia experiencia de resistencia. El afrontamiento como una lección de humanidad. También en el REMHI se construyó una memoria de la solidaridad, una visión no victimista de las víctimas.

4. Verse en el espejo de otros

Después del informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación   (CVR) de Perú, en donde no se terminaban de sentir representados, la Coordinadora de desplazados y comunidades en reconstrucción (Condecorep) realizó el informe Espejo de la verdad, un proceso que nació buscándose en el REMHI. Algunas ONG, académicos y expertos habían dicho a la coordinadora de desplazados, que escribir su memoria era tarea de expertos. Pero ellos dijeron: estamos cansados de ser materia prima. Además, buscaban respuestas a una pregunta que la CVR no había respondido. ¿Por qué? Y se rebelaban contra la versión de que la guerra había llegado de los Andes a la ciudad, cuando ellos vivieron que Sendero Luminoso que llegó de la ciudad a las comunidades con un mensaje a favor de los pobres y terminó atacándoles, porque la estructura comunitaria era un obstáculo contra la uniformización maoísta, y el Estado, que debía protegerles, los convirtió en enemigo a eliminar.

También el resumen del informe Guatemala Nunca Más, L’enfer guatemaltèque en francés, sirvió también para el trabajo en Argelia con los sobrevivientes y familiares de víctimas de las masacres en los años 90 en Argelia, donde las formas de violencia contra la población civil se parecían tanto a las documentadas en el Guatemala Nunca Más.

5. Incorporar una perspectiva psicosocial en la metodología de investigación

El REMHI fue un gran ejercicio de escucha a través de metodologías que superaban los esquemas jurídicos de las violaciones de derechos humanos. El REMHI tuvo al poco tiempo de empezar una crisis de metodología, porque a las categorías, a las fichas no les cabía la experiencia de las víctimas. ¿Cómo categorizamos la obligación de acuchillar a dos muertos para tejer la complicidad de toda la comunidad?. Tocó tomar enfoques de la historia, la antropología, la psicología social. Entonces inventamos la metodología de las 7 preguntas: qué, a quien, por quien, con qué consecuencias, que hizo, por qué cree que pasó, que hay que hacer para que eso no vuelva a pasar. Para sistematizar grandes volúmenes de información, y a la vez ser sensibles a la conducción de la entrevista y el dolor de las víctimas. Se trataba de recoger los diferentes aspectos de la experiencia de las víctimas… y eso se tomó después como un modelo para otras comisiones de la verdad, y para peritajes ante la Corte Interamericana, que han documentado no solo los hechos sino también las consecuencias, las formas de afrontamiento, las explicaciones a la violencia o las demandas. También el REMHI alimentó experiencias en la formación de “intermediarios” para el trabajo de la Corte Penal Internacional en el trabajo con las víctimas en República Centroafricana, o el trabajo en RDC con la red Haki Na Amani, para hacer una memoria reconciliada entre  los hema y los lendu tras la guerra.

6. Lo que se cuenta en una relación de confianza

El REMHI trabajó con entrevistadores de confianza, agentes de pastoral o líderes de las propias comunidades. Era la primera experiencia de un trabajo a gran escala donde formamos cerca de 600 personas para llevar a cabo el proyecto. El trabajo con entrevistadores de confianza de las comunidades significa: estar, comprender, compartir cultura, quedarse.  En Colombia, 2010 en una asamblea de 300 organizaciones de mujeres donde se hablaba de la memoria y de la llamada ley de justicia y paz y como esta había dado más énfasis a la palabra de los victimarios, dijeron: queremos hacer el REMHI de las mujeres. Esa es la experiencia con las mujeres de la Ruta Pacífica de Colombia, donde recogimos 1000 testimonios de mujeres víctimas, desde la confianza que da hablar con otras mujeres. Y en esa confianza emergen saberes, complicidades, se cuentan nuevas cosas, se abre el corazón. Y se muestra no solo lo que pasó, sino lo que me pasó, lo que nos pasó: “nadie me había preguntado por mi”.

 7. Hacer las cosas en un tiempo en que no se podían hacer

El trabajo de abajo a arriba en la perspectiva de la reconstrucción y el fortalecimiento se tiene que hacer muchas veces en un contexto de incertidumbre. En el caso del REMHI, aunque parecía haber un panorama hacia la firma del acuerdo de paz, empezamos a trabajar dos años antes y por medio había unas elecciones donde podía ganar Ríos Montt, es decir los sectores más contrarios al proceso de paz.

El REMHI enseñó que el tiempo es ahora, que no hay que dejarse llevar por la impotencia que conlleva la impunidad, la utilización política del dolor y el sufrimiento, o el control político de la situación.  En otros casos que se alimentaron del REMHI el trabajo comenzó y generó una gran esperanza en medio de condiciones muy difíciles como el proyecto Testimonio Verdad Reconciliación (Teveré) en Colombia, una iniciativa con la Pastoral Social, que después de unos primeros pasos muy sólidos, no pudo seguir adelante por el miedo y la posición conservadora de sectores de la Iglesia, en medio de un escenario de fuerte polarización. En otros casos, como en la experiencia de trabajo con víctimas del País Vasco, iniciamos un diálogo entre diferentes victimas de ETA, GAL, fuerzas de seguridad del Estado, cuando el diálogo político era imposible. Y ello dio lugar a la Iniciativa Glencree. Eso mostró una capacidad de diálogo y empatía entre las víctimas diferentes, la reflexión de que estaban al mismo lado, y la crítica ética a la violencia contra la población y sus justificaciones. Una capacidad de transmitir una memoria incluyente, y que el respeto por el dolor es el primer paso para abrir cualquier espacio para la reconstrucción. Y que el bálsamo del respeto es lo que puede ayudar a cerrar las heridas.

8. De lo individual, a lo familiar y colectivo. Y el papel de las mujeres

El REMHI no solo trabajó sobre los impactos individuales, sino también familiares, colectivos, en los niños, en las mujeres. Desarrollamos metodologías que ponían el foco no solo en el trauma individual sino colectivo: impactos en la cultura, la cohesión comunitaria, lo que implicaba la desestructuración comunitaria y el impacto de las masacres. También cómo afectó la violencia contra las mujeres. Los factores de estrés de las mujeres eran las pérdidas, la persecución-hostigamiento, y la sobrecarga de roles.  Los impactos de la violencia sexual, partiendo del relato indirecto, del silencio y de los casos. Incorporó una perspectiva de género, a pesar de las resistencias pero de forma muy positiva.

Toco eso supuso categorizar el análisis de testimonios con formas de codificación, con muy poca tecnología en ese tiempo, pero con categorías luego utilizadas en Paraguay, Ecuador, el Sáhara o Colombia, sobre modus operandi, impactos, afrontamiento, etc.

El esclarecimiento de la violaciones y sus impactos, como un proyecto no solo de documentación, sino de transformación, como base para entender la reconstrucción del tejido social, las fracturas comunitarias o las percepciones sobre la reparación.  Sin embargo, en Guatemala muchos aprendizajes del REMHI se vieron desconectados del proceso posterior. Por ejemplo, no se incorporó la experiencia del REMHI al trabajo del Programa Nacional de Resarcimiento (PNR), y el proceso que permitió el REMHI en las comunidades no llegó a los liderazgos que condujeron parte de esos procesos, manteniéndose los estigmas y sectarismos del pasado en lugar de una perspectiva de reconstrucción del tejido social.

9. La centralidad de las víctimas

El REMHI fue el primer proyecto de memoria colectiva de violaciones de derechos humanos que puso el centro la experiencia de las víctimas y no solo las violaciones de derechos humanos. Lo que fue su primer tomo (Impactos de la violencia), estaba pensado para ser el tercero, pero su relevancia hizo que se tomara la decisión de poner delante de todo la experiencia de las víctimas y sus voces. A pesar de que en el mundo ha ido creciendo esta idea de la centralidad de las víctimas, en muchos casos se también es un concepto más teórico que práctico. Que nadie hable por ellas, sino que hablen ellas.  La experiencia del REMHI en el trabajo colectivo fue clave también en el trabajo con el caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. En el trabajo con los jóvenes sobrevivientes, ayudó no perder la perspectiva de que eran testigos y víctimas también. En el trabajo con los familiares se trató de hacer que las diferentes actividades ayudaran a procesar el impacto y fortalecerse para la búsqueda. Eso significa poner énfasis en esos aspectos a veces invisibles.  En pensar en lo que le pasa a la gente y no solo en lo que pasa.

El informe Ayotzinapa, habla de los hechos, reconstruye la historia, muestra que datos científicos duros sobre cómo los jóvenes no fueron quemados en el basurero, tal y como se señaló en la versión oficial, y el nivel de implicación de diferentes cuerpos policiales y autoridades. Pero también tiene un capítulo que pone en el centro la experiencia de los familiares y sobrevivientes, porque escuchar y comprender esta experiencia es un elemento central de cualquier proceso. Para entender los desafíos de la desaparición forzada en México hay que escuchar y dejarse tocar.  Los familiares señalaron muchas veces a las autoridades: pónganse en mi lugar, piense que es su hijo. Y ese es un ejercicio de empatía frente  a la indolencia. Solo entonces se movilizará a energía necesaria para la búsqueda y decir que esto es intolerable.  Y no acabar con la esperanza de que cuando esto es intolerable, nos convoque a la acción.

10. La dimensión de proceso y no solo el resultado

La dimensión de proceso del REMHI incorporó una perspectiva integral en el que las acciones de memoria tienen una dimensión psicosocial, comunitaria, de reconstrucción de lazos o de espacio social. Por ejemplo, en algunas de las exhumaciones que se activaron con el REMHI, se dieron también procesos de recuperar la verdad de los hechos y verdades que habían sido negadas, en un contexto todavía de fuerte presión paramilitar. En Sahakok los ancianos soñaron una cruz e hicieron todo un proceso para recoger 926 nombres de personas que fueron asesinadas y fueron comidos por las alimañas sin poder enterrarse, en 28 comunidades donde se tomaron también testimonios, y se hicieron lugares de recuerdo soñados por los ancianos. O en Chicoj, donde la comunidad quiso tener su historia para írsela a contar a comunidades vecinas y escuchar las suyas.

También en el REMHI se llevaron a cabo casos colectivos, como la reconstrucción de la vida en la Aldea Modelo de Akamal, que conllevó un trabajo con un grupo de sobrevivientes. Una metodología colectiva que hiciera énfasis en la reconstrucción de los hechos y de las vivencias, los pedacitos de memoria rota y las relaciones muchas veces quebradas como consecuencia de la violencia.  En el caso de la Ruta Pacífica de las Mujeres hicimos también 9 casos colectivos, cuidando esta dimensión de proceso. En el caso de una asociación de mujeres llamada Asociación de Mujeres de las Independencias (AMI) en Medellín, una de las líderes dijo al inicio del tercer día de trabajo: hoy, después de nuestra conversación entre todas de anoche, he dejado de sentirme culpable. También en lo interno del proyecto REMHI se hizo énfasis, aun con pocos medios, en el cuidado del proceso y de los equipos hacia dentro del Proyecto: cuidado, sentido, compromiso, formación, acompañamiento y apoyo mutuo.

11. La devolución de la memoria

Los mayas nos habían enseñado que los caminos son de ida y vuelta: si vas a preguntar es porque vas a hacer; si vas a enseñar es porque vas a aprender. El proceso de devolución del REMHI quedó truncado por el asesinato de Gerardi y el miedo, la actitud defensiva de una parte de la Iglesia y la falta de condiciones para un trabajo más pedagógico. Se retomó con tiempo, y se hicieron esfuerzos desde la ODHAG y de algunas diócesis y coordinadores, pero en condiciones negativas.

Pero eso también alimentó el trabajo de la Ruta Pacífica en Colombia. La devolución se incorporó desde el inicio como una perspectiva central del trabajo. Realizamos durante varios meses un camino de vuelta, con talleres y encuentros de 9 regiones del país, logramos llegar a cerca del 40% de las víctimas que participaron. Se mostró el sentido del trabajo, el valor positivo del testimonio como contribución colectiva, y también de la mejora psicológica en las mujeres, a pesar de que eso se hizo todavía en medio del proceso de paz y sin cambios en los territorios. La actual Comisión de Esclarecimiento de la Verdad (CEV) de Colombia también está pensando en que tendrá que hacer tanto en el camino un trabajo pedagógico, como después un proceso de devolución.

12. No solo la memoria de las víctimas sino los mecanismos del horror

La idea fue investigar cómo era posible el horror a gran escala. Estos mecanismos estaban hechos no solo de cuerpos clandestinos, sino de formas de justificación, deshumanización del otro o control social, con una ideología mesiánica y mediante el uso del terror. Esto mostró una intuición del REMHI que contribuye a explicar la formas de violencia masiva posteriores en Guatemala, en El Salvador o en Colombia. La historia de Guatemala, México o Colombia ha mostrado como estos mecanismos están en la base de  la extensión y transformación de las formas de violencia contra la población en la actualidad, con nuevos objetivos (corrupción, narco, criminalidad organizada). Es decir, la memoria no mira solo hacia la víctimas, sino a la transformación de las condiciones y mecanismos que hacen la violencia a gran escala posible. Un compromiso en la no repetición.

13. La dimensión psicosocial de la lucha contra la impunidad

También el REMHI señaló el riesgo de reproducción de las formas de violencia, con nuevas formas y desafíos, y cómo los viejos estigmas sociales, conllevan formas de justificación de la violencia y de impunidad. El caso del llamado del llamado Hogar Seguro en Guatemala, donde murieron 41 niñas y 15 de ellas sobrevivieron con enormes quemaduras de hace ahora un año cuando los funcionarios cerraron la puerta después de que se originara un incendio, muestra las formas en como se justifican hechos atroces con viejos estigmas que tienen un fuerte componente psicosocial: la responsabilidad se carga de nuevo contra las víctimas, las niñas o sus familias.

En la lucha contra la impunidad, las víctimas han visto cómo hay que enfrentar de nuevo el miedo y las amenazas, la sobrecarga afectiva y social de llevar adelante los procesos. Pero hay un camino desde una reunión del REMHI en Huehuetenango, en 1996, con el silencio ante el impacto de la pregunta de violencia sexual a un grupo de animadores de la reconciliación, y cómo la persistencia y el valor de las víctimas hicieron posible el juicio por genocidio o en el caso Sepurzarco recientemente. Hay todo un proceso de salir del miedo, tomar la palabra, enfrentar el estigma y la minimización, y poner en la agenda del país la violencia contra las mujeres en el marco del conflicto armado interno, en un caso judicial.

El REMHI mostró el coste de decir la verdad y buscar la reconstrucción de la convivencia, con el asesinato de Monseñor Gerardi. Y cómo los profetas del miedo tratan de controlar estos procesos. Las formas de ocultar la verdad, tergiversar los hechos, estigmatizar a las víctimas, de formas muy sofisticadas y a veces de formas muy burdas: si lo hicieron con el obispo, qué no harán con nosotros. Eso cerró el espacio político de la transición, pero no paralizó a las víctimas. Lo vivido con el asesinato de Gerardi era parte de lo investigado por el propio Remhi, y lo que se ha utilizado en otros muchos casos como en el trabajo con los familiares de desaparecidos de México. Y los aprendizajes de esas experiencias han ido saliendo en nuevos escenarios como la lucha contra la corrupción, el trabajo de la Cicic, las movilizaciones sociales en ciertos momentos del país, el empuje de las nuevas generaciones y liderazgos.

Hablamos de caminos largos y de urgencias frente a la impotencia. Como el poema de Pere Casaldaliga, obispo de Brasil señala:

Es tarde

pero es nuestra hora.

 

Es tarde

pero es todo el tiempo

que tenemos a mano

para hacer el futuro.

 

Es tarde

pero somos nosotros

esta hora tardía.

 

Es tarde

pero es madrugada,

si insistimos un poco.

Título original: Impactos, desafíos y aportes en un enfoque psicosocial del REMHI

En el 20 aniversario del REMHI y el asesinato de Monseñor Gerardi

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