Créditos: Guatevisión
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Por: Jimena Castañeda

El pasado ocho de marzo, dentro de la marcha por el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, un grupo de mujeres portaron una vulva gigante a la que titularon “Procesión de la Poderosa Vulva”. Ese grupo de mujeres son mis amigas y compañeras en diferentes espacios en donde cada quien desde su individualidad y pontencialidades diversas, intentamos colocar nuestro grano de arena en todo este difícil proceso por  hacer un mundo más humano, en donde podamos ser y estar todos y todas.

Como era de esperarse los sectores más conservadores de la sociedad reaccionaron con el usual alarmismo y una serie de descalificaciones que iban desde características físicas, insultos y una perorata cargada de moralismos religiosos.

Dentro de todo lo leído y oído, eran dominantes las ideas de que había una intencionalidad en ridiculizar u ofender la imagen que se tiene concebida, de  María la madre de Jesús, que había una afrenta directa hacia la tradición cuaresmal guatemalteca por el uso del color morado dentro de la actividad, que el cuerpo es sagrado y que mostrar una vulva era vulgar.

Desde la formación cristiana católica el cuerpo es el templo del espíritu santo y por tanto debe cuidarse y protegerse, esa parte la comprendo aunque no la comparto, el color morado es utilizado en todo el mundo como parte simbólica de la lucha de las mujeres, nada tiene en relación a la cuaresma guatemalteca. Nuestras vulvas tienen una hermosa forma llena de pliegues que bien pueden, como casi todos los elementos cuando se utiliza la mente abstracta, identificarse con formas muy distintas a la concreta.

Considero lamentable como este lugar sigue siendo crispantemente conservador y como se sataniza el cuerpo de la mujer cuando este se expone en pro de la lucha por nuestros derechos, a diferencia del uso y consumo del mismo cuando la publicidad lo expone con el objetivo de manipular para vender.

Fotografía: Guatevisión

Yo en lo personal, no creo en la santidad del cuerpo, esto le otorga poder a otro sobre lo que es mío y apoyo el esfuerzo de quienes atreviéndose a salir a las calles dentro de una marcha que de forma general causa resquemor, por la misoginia y el machismo que predomina en esta urbe, ahora se enfrentan al juicio de la ignorancia y el fanatismo religioso.

La vulva puede representar nuestro placer, nuestro derecho a elegir como y con quien sentir en plena libertad y como gozar de nuestra poderosa sexualidad.

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