Créditos: Quimy De León
Tiempo de lectura: 2 minutos

Por: Carlos Figueroa Ibarra

Este jueves 1 de marzo se  ha iniciado el juicio o debate oral y público por el caso de desaparición forzada del niño Marco Antonio Molina Theissen, ocurrido el 6 de octubre de 1981. Para todos los guatemaltecos que luchan por la Verdad, la Justicia y la Memoria, este juicio tendrá un valor paradigmático. Será un juicio para determinar la verdad jurídica con respecto a un niño que fue capturado ilegalmente en su casa y que nunca más apareció. Marco Antonio representa la tragedia de 5 mil niños desaparecidos durante el conflicto interno en Guatemala. Fue una víctima, cuyo único delito fue pertenecer a una familia que era considerada un enemigo interno de acuerdo a la lógica contrainsurgente que caracterizó a la dictadura militar guatemalteca. Su desaparición fue una represalia al hecho de que su hermana Emma, militante de la Juventud Patriótica del Trabajo (JPT), pudo escapar de la base militar  “Manuel Lisandro Barillas”, ubicada en esa ciudad. Había sido capturada con propaganda de su organización  en Quetzaltenango, el 27 de septiembre de 1981.

La fuga de Emma de dicha base militar es una historia asombrosa. Después de nueve días de ser sometida a torturas y reiteradas violaciones sexuales, su complexión menuda y días de hambre, le permitieron zafarse las esposas con las cuales permanecía atada en un tubo colocado en la mazmorra en  que la habían recluido. Haciendo esfuerzos sobrehumanos pudo salirse por una ventana y caminar hacia las puertas de la instalación militar y salir como si hubiese sido una visita más en el lugar. Emma se convirtió así, en uno de los pocos sobrevivientes de la desaparición forzada que existen en Guatemala. Ignoraba que su fuga atraería consecuencias que perdurarán siempre  para ella y su familia.

El 6 de enero de 2016 fueron arrestados los altos militares presuntamente implicados en la desaparición forzada de Marco Antonio y la tentativa de desaparición, tortura y violencia sexual contra Emma. El general Benedicto Lucas era el Jefe del Estado Mayor del Ejército y por tanto uno de los principales arquitectos de la represión en aquel momento; Manuel Antonio Callejas era el jefe de la Inteligencia militar; Francisco Luis Gordillo era el jefe de la base militar en la que Emma fue ocultada, torturada y violada; Edilberto Letona era el segundo al mando de dicha base militar y  Hugo Saldaña, oficial de inteligencia de dicha base, era encargado del retén militar que capturó a Emma.

Fotografía: Quimy De León

El caso de Marco Antonio es particularmente doloroso para mí. Lo viví de cerca en México cuando Emma, amiga y compañera de siempre, llegó recién después de su terrible experiencia. De temple estoico y con una fortaleza interior asombrosa, arribó a México sin saber la horrible secuela de su escapatoria. ¿Cómo decirle a una muchacha que se recuperaba de una espantosa experiencia que el haberse fugado había tenido una horrenda consecuencia? Han sido años de profundo dolor para la familia Molina Theissen. La desaparición de Marco Antonio es una marca indeleble que solo la justicia medianamente reparará.

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