Créditos: Archivo familiar
Tiempo de lectura: 5 minutos

Por: Juan Calles

 La historia de Ángel Rodolfo de León y su familia

Era 21 de agosto de 1991 en la ciudad de Guatemala, el nerviosismo en la casa de la familia De León Palacios era notorio, estaban esperando la llegada de su bebé, de un niño que pronto conocería del amor y el cuidado de sus padres y familiares, un niño que crecería en un hogar preparado y dispuesto para cuidarlo y guiarlo para convertirse en un ser humano feliz e íntegro. Él aún no lo sabía pero le llamarían Ángel Rodolfo, en honor a sus ancestros más cercanos.

Fotografía: archivo familiar

Así inició una vida llena de planes y proyectos, de sueños por cumplir, y desde muy pequeño demostró que tenía el empuje y la fuerza para lograr cualquier cosa que se propusiera; la primera muestra la dio al iniciar a caminar desde muy temprana edad, sorprendió a sus padres cuando caminó en sus dos pies antes de cumplir su primer año. Cuando inició sus estudios siempre destacó y mostraba disfrutar de aprender. Así, de pronto, llegó el 2009 y con ello su graduación de Bachiller en Ciencias y Letras.

Nunca estaba quieto, parecía hambriento de hacer cosas, de llenar todo su tiempo de actividades y aprendizajes, entre otras cosas tomó clases de equitación, de música, de idiomas, de pintura, de lectura rápida, los fines de semana estaba en un grupo scout, con algunos amigos organizó una banda de Ska. Además de todo ello, elaboraba dibujos para una revista y escribía artículos sobre juegos de video para otra publicación sudamericana.

Fotografía: archivo familiar

La universidad,  una disyuntiva que lo formó como adulto

Desde niño se inclinaba por las especies animales, pero no como mascotas, sino como objeto de su pasión y admiración de estudio, a los 8 años conoció el insectario del doctor Jack Schuster, y desde ese momento nació una nueva pasión, la biología. Al finalizar el bachillerato Ángel deseaba estudiar biología en la estatal universidad de San Carlos, pero sus padres por motivos de seguridad le convencieron de elegir la Universidad del Valle, el aceptó y se matriculó.

Allí se encontró con las diferencias sociales marcadas por el maltrato y desprecio que estudiantes de ingeniería, por ejemplo, mostraban por personas con diferentes orígenes, apariencia, o extracción social, eso lo hacía reflexionar sobre la sociedad en la que vivía.

Entregado  a sus estudios casi no dormía; como resultado de su dedicación fue seleccionado para encargarse de la alimentación en un criadero de tortugas de la universidad. Aun así encontró tiempo para descubrir el amor, conoció a María, se hicieron novios y eran una pareja feliz, él mostraba mucho cariño por la muchacha que a pesar de sus ocupaciones le hacía vibrar de felicidad. La vida era buena para Ángel Rodolfo.

Fotografía: archivo familiar

Un cambio abrupto, la tragedia, la injusticia

Como parte de un convenio entre la Universidad del Valle de Guatemala (UVG) y la Compañía Guatemalteca de Níquel (CGN) en Izabal, los estudiantes de biología iban periódicamente a las instalaciones de la minera a realizar monitoreos de especies animales y vegetales. A Ángel le encomendaron hacer el monitoreo de aves y cocodrilos, lo cual lo entusiasmaba de sobre manera.

El 30 de marzo del 2012 la historia de Ángel Rodolfo cambiaría para siempre.

Sus padres descansaban en casa, mientras Ángel y sus compañeros Nahomy Lara Orellana y Juan Carlos Velásquez Marroquín, sufrían un accidente en la lancha en la que realizaban sus actividades de monitoreo; al menos eso fue lo que informó la minera cuando llamaron para avisar a los familiares de los muchachos.

Sin embargo, luego de que las familias llegaran a las instalaciones de la CGN, los hechos y la actitud de los personeros de la mina les hicieron sospechar que lo sucedido a sus hijos no era un accidente sino un asesinato. A medida que avanzaba el trabajo de investigación del Ministerio Público (MP) y la Policía Nacional Civil (PNC), fueron dolorosamente confirmando las sospechas.

Al llegar las acusaciones legales contra la Universidad del Valle y la CGN, estos quisieron desligarse del caso aduciendo un accidente, pero los peritajes del MP confirmaban las sospechas de asesinato, los cuerpos de los muchachos presentaban golpes en la cabeza y el cuerpo de Nahomy moretones en los muslos, lo cual no correspondía a un accidente en lancha y su muerte por ahogamiento, como querían hacer creer los ahora acusados. El extremo fue tal, que la misma UVG les dio la espalda a las familias y a los jóvenes asesinados.

Un Juez a favor de los procesados, agrega tragedia a las familias

Las audiencias, los trámites legales, la intimidación, el litigio malicioso, y la parcialidad de varios jueces en Puerto Barrios, Izabal,  al inicio el juez Donaldo García Corzo, luego Edgar Aníbal Arteaga López a favor de la minera, han evitado el avance la justicia, son muchos los ejemplos de cómo el sistema de justicia ha sido vulnerado a favor de la impunidad.

Por ejemplo, en la primera audiencia se tomó la declaración del biólogo Lemuel Valle, encargado por parte de la CGN de la relación con los estudiantes y quien dirigía la lancha la noche de la tragedia. Esta declaración estuvo llena de incoherencias, como fue indicar que la lancha se volcó porque Nahomy se paró y eso hizo perder el equilibrio, lo cual no es posible por el peso y estatura de Nahomy. Valle también indicó que los tres estudiantes llevaban puestos chalecos salvavidas, lo cual era falso. Dijo que hicieron el monitoreo en el canal de aproximadamente un kilómetro donde están los cocodrilos y que en el fondo del mismo hicieron un descanso en tierra, lo cual no es posible por la oscuridad de la noche, lo que hace inseguro bajar de la lancha.

Finalmente el juez decidió ligar a proceso a Valle, por el delito de homicidio culposo pero lo dejó en libertad por medio de una fianza de Q50, 000.00; así mismo ligó a la CGN, imponiéndoles medidas precautorias como una intervención que luego fue sustituida por una fianza de Q4 millones.

El juez Arteaga sigue litigando en el juzgado de Puerto Barrios y no es el único caso en el que ha sido cuestionado por esa parcialidad con la que resuelve cuando se trata de la empresa minera.

No ligó a la Fundación del Valle de Guatemala (entidad responsable por lo que ocurra en la universidad), pero los abogados de las familias apelaron la resolución ante la sala de Zacapa y esta resolvió ligar a la fundación, embargándoles además Q2 millones.

Así el juicio por el asesinato de Ángel y sus compañeros ha durado ya seis años, el dolor, la tristeza y la angustia de los padres de Ángel se hacen evidentes, sin embargo la vida continua su curso y ellos luchando contra los problemas económicos y sociales que conlleva un proceso judicial tan largo, sin embargo siguen en la lucha por obtener justicia.

Ángel Rodolfo, vivía la vida con pasión, miraba al norte con seguridad, con la seguridad que le daban sus capacidades y sus aptitudes, su camino fue truncado, está en pausa solamente, sus padres se encargarán de llevarlo a buen destino, al norte, con el viento norte, con su sonrisa, con su seguridad, con su pasión.

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