Créditos: Francisco Rodas.
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Por: Francisco Rodas

De cumplirse la amenaza de un posible boicot comercial a Guatemala por parte de los países miembros de la liga árabe, la mudanza de nuestra embajada a Jerusalén nos puede costar una bobada de aproximadamente 278 millones de dólares anuales.

Hasta ahora, las valoraciones sobre este fenómeno han sido que la actividad más perjudicada sería la exportación de cardamomo, pero si los árabes declaran el bloqueo, irán a por todo.

La opinión pública tiene razón en cuanto a que la mayor parte del daño lo sufriría el cardamomo, ya que del total de exportaciones hacia los países miembros de la liga árabe, este producto representa el 38.3% de su valor. Incluso, otros tradicionales como el café y el azúcar sumados, apenas llegan a ser la mitad de la venta de cardamomo en esta región.

Otro indicador es que del total de ventas de cardamomo en el mundo, el 50.9% se negocia con los países miembros de la liga árabe. Es decir que nos tienen del pescuezo. Y si queremos ver el asunto como algo personal, el principal pulso sería con los Emiratos y Arabia Saudita, quienes compran el 89% del grano que llega a la región.

Siendo así, en febrero que empieza la temporada, deberíamos empezar a oír los gritos de desespero de los exportadores y productores que, a lo mejor, hasta tomen medidas de hecho y ocupen la plaza.

Viñera Francisco Rodas.

Ahora, si la molestia no sale a la superficie es que algo raro estaría pasando.

La canciller Sandra Jovel no sabe mucho de su cargo, mucho menos de negocios y economía, pero quizá de chiripa sabe el secreto que guarda su pronóstico de restarle importancia a un posible bloqueo árabe. Su justificación es bastante extravagante, declarando que por ser todos miembros de la Organización Internacional del Comercio (OIM) y que existen acuerdos internacionales, la vendetta árabe no prosperaría. Que no se le ocurra decirle eso a las transnacionales porque le enseñaran el indecoroso dedo medio alzado.

Pero para no ser ingratos, a la ministra se le debe dar el beneficio de la duda en cuanto a que tal vez la represalia, si es que la hay, no cause tantos moretones. Ahora lo de la OIM es un chiste peor que los que cuenta su jefe.

Alguien que pasa por alto las relaciones exteriores, pero se las sabe con el negocio cardamomero opina que no hay problema con las barricadas. No lo hay porque, según él, las cosas se resolverían empleando el recurso de triangular las transacciones hacia un tercer país o en otros casos, el caos puede serles útil para retener el producto a la espera de un alza en los precios.

Además agrega que, las vías serían las convencionales ventas directas a empresas extranjeras o hacia aquellas formadas (simuladas) en el exterior por el sector exportador nacional. No menos importante sería el contrabando, donde los países vecinos abrirán gustosamente sus puertas.

Y es que en estas guerras diplomáticas las divisas no tienen ideología ni lealtad.

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