Créditos: argentina.blogspot.com
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Por: Francisco Rodas

El 2018 empieza a pintar mal. Lo del fraude electoral en Honduras no hay que tomárselo a la ligera. Este tipo de delitos comprometen a más de las gentes e instituciones que uno imagina. Son esos momentos en que quien se quede mudo ampara. Las entidades públicas responsables del proceso electoral y de dar la venia para la reelección, ya no pueden dar marcha atrás y corregir unos resultados que pesan más de 100 elefantes.

El rostro facineroso del CACIF Hondureño y las autoridades de gobierno se rehúsan a dar la cara, temiendo que les pase como cuando Drácula intentó broncearse en la extensa playa costera de La Ceiba: convertirse en cenizas.

García Márquez en su discurso de recepción del premio Nobel habló de esos seres fantasmales que nos han hecho no tener sosiego. Esos fantasmas en Honduras tienen ahora carne y vida.

La soledad de América Latina, al decir de Gabo, es palpable en Honduras. Llegaron tantos observadores del proceso electoral a recibir un poco de sol y empinarse unas frías Port Royal, para luego irse con el viento como la hojarasca. Si no fuera por las movilizaciones Honduras estaría más sola.

Ilustración http://la-opinion-argentina.blogspot.com

El secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, sabe cómo utilizar su silencio y sus gritos. De las elecciones regionales en Venezuela declaró que, “ninguna elección en Venezuela dará garantía a los electores a no ser que se realice con observación internacional”. Antes, Almagro intentó suspender a Venezuela de la organización regional, gastándose la tinta en un informe de 75 páginas que, por dicha, los países miembros no tomaron en cuenta.

Cuando fueron las elecciones parlamentarias del mismo país, Almagro dirigió una carta al presidente Maduro previniéndole sobre las consecuencias de si hubiera un fraude electoral. La carta rompió el record de lo que no se debe hacer en la diplomacia. Maduro fue el último en enterarse de la misiva, porque el correo llegó antes a los medios. Almagro pasado el proceso electoral pudo dormir a pierna suelta, porque la oposición ganó la mayoría de curules, pero en su somnolencia se le olvidó pedir disculpas o dar las gracias porque su pronóstico de fraude no se cumplió.

Ahora de lo que acontece en Honduras Almagro no ha dicho ni pío, más bien ha dejado el veredicto en las manos de un expresidente guatemalteco recordado por su tibieza.

Durante la campaña a la oposición se le acusaba de querer convertir a Honduras en otra Venezuela. Almagro se lo tragó y por eso calla.

 

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