Créditos: autocarindia.com
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Por: Carlos Ernesto Cano

El día de ayer, 8 de noviembre, durante la manifestación pacífica que realizaban integrantes del Comité de Desarrollo Campesino (CODECA), el empresario Carlos Pineda, atropelló a un campesino sobre una carretera en Izabal, departamento situado en el caribe guatemalteco. Dicho empresario que se transportaba en un vehículo tipo agrícola y modificado de tal forma que pareciera un vehículo blindado, al mejor estilo de los más vulgares políticos y narcotraficantes que habitan, pululan y saquean este país, utilizó el automotor como herramienta y sobre todo como arma para intimidar y violentar a las personas que se encontraban de forma pacífica en dicho lugar. Este modus operandi, también lo vimos en la ciudad de Guatemala, el pasado 26 de abril, cuando Jabes Meda arrolló de forma premeditada y con ventaja a un grupo de jóvenes estudiantes que manifestaban de manera pacífica en una de las calzadas más importantes de la capital guatemalteca, dando como resultado una joven fallecida y varios heridos de gravedad.

Pero este modo de actuar y de utilizar los vehículos automotores como armas ofensivas, no es único en la sociedad guatemalteca, lo hemos visto en Brasil, Estados Unidos, Europa y otros países en donde el tiempo del capital nos ha obligado a creer que las manifestaciones y demostraciones pacíficas de los grupos subalternos son “bloqueos” y se ha satanizado de la manera más vulgar para que se justifique el actuar de estas personas que a todas luces son psicópatas y asesinos en potencia, tal es el caso de Jabes Meda y más recientemente del empresario Carlos Pineda Rosell.

Ilustración: autocarindia.com

Pero que caracteriza a Meda y a Pineda en una sociedad como la guatemalteca. En primer lugar el clasismo y en segundo, pero no menos importante, el racismo, ambos impregnados en el código genético de ésta sociedad de castas. Una sociedad en la cual, los grupos de poder hegemónico, por medio de los medios masivos de comunicación han internalizado y normalizado el odio visceral a la manifestación pacífica de los grupos subalternos, es decir, organizaciones indígenas, campesinas, de mujeres, de jóvenes, población LGBTIQ y toda expresión que atente en contra del statu quo establecido y perfeccionado desde la colonia hasta nuestros días.

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Es importante entender que en una sociedad racista y clasista como la guatemalteca, tiene más valor económico un automóvil, un teléfono móvil, una computadora, etc., que la vida misma de una persona, independientemente de su pertinencia étnica, condición social, de clase u orientación sexual.

El tiempo del capital, que es el tiempo de las mercancías, nos ha hecho creer que al “bloquear” una carretera en cualquier parte del mundo,  esto se convierte en un atentado en contra del desarrollo económico y el bienestar social del mundo entero, lo cual es una completa falacia, derivado que, es este mismo tiempo del capital el cual causa el bloqueo más grande para satisfacer las necesidades más elementales de las personas (acceso a una vida digna, acceso al agua, acceso a la educación, etc.) a nivel mundial.

Este tipo de atentados (utilizar el automóvil como arma letal) en contra de la humanidad no es más que la muestra de la posesión de los cuerpos de los poderosos en contra de los invisibilizados, de los ninguneados, de los menos, es decir de los otros; un actuar que apunta a seres psicópatas como Jabes Meda y Carlos Pineda, auténticos seres anormales, que según el doctor en psicología Hervey Cleckley reúnen las siguientes características:  “Falta de remordimiento y vergüenza,  conducta antisocial sin un motivo que la justifique, egocentrismo patológico y carencia de empatía, pobreza generalizada en las principales relaciones afectivas, insensibilidad en las relaciones interpersonales generales, crueldad e insensibilidad, versatilidad para la acción criminal, estilo de vida parasitario, incapacidad patológica para aceptar responsabilidad sobre sus propios actos, entre otras”.

Estas características se ven fortalecidas sobre todo dentro de algunas manifestaciones religiosas, sobre todo dentro de las denominadas sectas neo-pentecostales, a la cual Jabes Meda es miembro seguidor y fanático de este estilo de vida que fortalece el individualismo y la falta de empatía hacia las demás personas.

Es importante que se discuta, analice, investigue y castigue de forma tajante y enérgica  este tipo de acciones violentas por parte de energúmenos psicópatas,  que lo único que fortalecen es el clasismo y el racismo en una sociedad en donde la norma pareciera ser el individualismo, hijo bastardo del capitalismo y el neo-liberalismo.

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