Luego de 35 años entregan doctorado honoris causa a Emil Bustamante

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Créditos: Quimy De León
Tiempo de lectura: 10 minutos

Por: Marylena Bustamante

Fotografías: Quimy De León

Discurso por el otorgamiento del doctorado honoris causa a Emil Bustamante

28 de septiembre de 2017

Buenos días a todas y a todos.

Gracias por acompañarnos en este acto por la dignificación de la memoria de mi hermano el Dr. Emil Bustamante, pero también de los 45,000 detenidos desaparecidos de este país, entre ellos 5,000 niños y niñas.

  1. Distinguidos integrantes del Consejo Superior Universitario.
  2. Señor rector de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Doctor Carlos Guillermo Alvarado Cerezo
  3. Señor secretario general de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Doctor Carlos Enrique Camey Rodas
  4. Señor decano de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, Doctor Gustavo Taracena
  5. Señor secretario académico de la Facultad de MVZ, Doctor Hugo René Pérez Noriega
  6. Señor Secretario de la Facultad De MVZ, Lic. Rodolfo Chan
  7. Integrantes de la junta directiva de la FMVZ
  8. Autoridades, funcionarias y funcionarios de la USAC
  9. Doctora Rosa María Cruz, esposa de Emil Bustamante, y su hija Flora Mercedes Bustamante
  10. Compañera secretaria general de la AEU, Lenina García, compañeras y compañeros integrantes del secretariado de esta nueva AEU
  11. Familiares de Emil Bustamante López
  12. Compañeras y compañeros representantes de organizaciones de derechos humanos y campesinas.
  13. Julio García, hermano del doctor honoris causa in memoriam de esta universidad, Robin García Dávila, quien fue asesinado en agosto de 1977.
  14. Patricia Bustamante, magistrada del Poder Judicial
  15. Miguel Ángel Gálvez, magistrado del Poder Judicial.
  16. A los medios de comunicación
  17. Público presente

Agradezco su asistencia a este evento.

Un saludo muy especial a la exprocuradora de Derechos Humanos Hilda Morales por acompañarnos en este acto, sobre todo recordando que fue una amiga de mi hermano Emil.

Todo tiene su tiempo y su hora bajo este cielo que nos cubre.

Tuvieron que trascurrir 35 años de silencio, de desmemoria, de indiferencia, quizá de olvido,  para que esta Nacional y Autónoma Universidad de San Carlos de Guatemala reconociera a uno de sus preciados hijos, al médico veterinario y sociólogo rural Emil Bustamante, mi hermano, a quien hoy se le otorga la alta distinción académica del doctorado honoris causa in memoriam.

Reza un antiguo proverbio chino, que se honra el que honra, por ello expreso mis agradecimientos:

  1. Al honorable Consejo Superior Universitario de la USAC, por haber aprobado tal distinción.
  2. Al señor rector Dr. Carlos Alvarado Cerezo, por el apoyo que brindó como autoridad central para que se otorgara este reconocimiento.
  3. Al Dr. Carlos Saavedra, ex decano de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, por su incondicional apoyo para impulsar la gestión para este reconocimiento.
  4. Al Dr. Gustavo Taracena, decano de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, por su disponibilidad para lograr este reconocimiento y organizar este evento.
  5. A la comisión académica del CSU, y particularmente a quien la preside, el señor decano de la Facultad de Agronomía, Ingeniero Mario Godínez, por su incondicional gestión en este proceso.
  6. A la Asociación de Estudiantes de MVZ, que lleva por nombre Emil Bustamante López, y especialmente al Bachiller Julio Eufragio, actual miembro del CSU, por su apoyo para promover y hacer la gestión inicial para este reconocimiento.
  7. Mi particular agradecimiento a un joven estudiante, colega de Emil por ser perito agrónomo, actualmente estudiante de la Facultad de Agronomía y miembro del CSU, Luis Ventura. Este joven se convirtió en un elemento clave, por su decidida pasión y entrega, en las gestiones para lograr esta distinción.

35 años han transcurrido desde la desaparición de Emil, son toda una vida, y el olvido y el silencio duelen en el alma, luchar contra la desmemoria y la ausencia de justicia no es nada fácil en un país que continuamente ha sido herido y mancillado trágicamente, y que aún no se repone de la barbarie represiva impulsada durante la segunda mitad del siglo pasado,  por un estado terrorista que consideró como objetivo militar a la población civil desarmada.

La Universidad de San Carlos de Guatemala fue vista como enemigo interno y fue sometida durante muchas décadas a las carencias económicas, las presiones, la represión, la muerte y el exilio de muchos de sus más connotados elementos.

El período transcurrido entre 1977 y 1984 fue uno de las más difíciles y sangrientos que vivió nuestra Alma Mater, debido al asedio organizado de las fuerzas represivas de los gobiernos de turno y las bandas paramilitares organizadas por el ejército de Guatemala, en contra de estudiantes, docentes y funcionarios.

Los enemigos de la inteligencia enderezaron una verdadera orgía de sangre contra connotados universitarios, entre ellos mi hermano Emil.

El objetivo de esa embestida terrorista consistió en desestabilizar, desarticular y colapsar a la Universidad, para evitar que continuara cumpliendo su papel de centro de pensamiento, formadora de estudiantes críticos al servicio del país y promotora de la defensa de los más altos intereses del pueblo guatemalteco. Las fuerzas reaccionarias y conservadoras progobiernistas lograron incrustarse en el poder de la USAC, cuando el rector Saúl Osorio Paz sale obligado al exilio en 1980 como mecanismo de sobrevivencia, y cuando se generan cinco cambios sucesivos de rector entre 1980 y junio de 1981.

El asesinato y la desaparición forzada sufrida por prominentes estudiantes, docentes y profesionales fue impresionante, fue una barbarie.

En ese contexto se origina la desaparición forzada de Emil Bustamante

El Dr. Emil Bustamante fue detenido y desaparecido el sábado 13 de febrero de 1982, por elementos del ejército guatemalteco, en un retén militar ubicado en lo que hoy es la 27 avenida A esquina con la 20 calle de la zona 10, en la ruta que conduce a Santa Catarina Pinula. Emil fue visto con vida el 23 de marzo de ese mismo año, brutalmente torturado en el Cuartel General de Matamoros, día en que el general Efraín Ríos Montt asumió el poder mediante un golpe de estado.

Emil nació en 1949, en plena primavera, donde las jacarandas se visten de lila para darle la bienvenida a la época más bonita del año, y también nació en plena primavera democrática en 1949, le esperaba a él y a todos los niños y niñas un futuro prometedor; sin embargo, ese futuro le fue negado y le fue hurtado por los enemigos del pueblo, y fue asesinado y robado su cuerpo  muy probablemente en la primavera de 1982.

La práctica de la desaparición forzada comprendió una serie de operaciones que fueron conscientemente planeadas y ejecutadas por la inteligencia militar y civil, su objetivo fundamental según lo señala el sociólogo Carlos Figueroa Ibarra, era “preservar un régimen político de carácter dictatorial y un régimen social de carácter excluyente…..En Guatemala las desapariciones forzadas fueron por razones estrictamente políticas, y este método forma parte de lo que se conoce como terrorismo de Estado. Se ha demostrado que el terror se encuentra vinculado a las olas crecientes de oposición o subversión, luego entonces su objetivo es eliminar a ésta”.

A partir de 1963, con el Golpe de Estado perpetrado a Miguel Idígoras Fuentes, el Estado guatemalteco abandonó su signo contrarrevolucionario y adoptó un carácter contrainsurgente, cuya principal faceta consistió en eliminar a la oposición política en los campos y ciudades, sin distinción de ninguna naturaleza.

Un ejemplo claro, crudo y revelador del nuevo carácter que tenía el régimen militar contrainsurgente, quedó evidenciado cuando en marzo de 1966 el ejército capturó a 28 dirigentes políticos, en su mayoría integrantes del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) – partido comunista que operaba en la clandestinidad -, los cuales fueron desaparecidos, nunca sometidos a juicio legal y no se tuvo información posterior de ellos.

Este fue el primer caso de desaparición masiva de personas en Guatemala, práctica que se hizo de manera regular durante los años futuros de confrontación armada.

A partir de 1966 la desaparición forzada se establece como método de terrorismo de Estado, y es el más abominable de los crímenes que se pueden cometer contra un ser humano, su familia y la sociedad en su conjunto, ya que provoca un drama y tortura permanente para la familia del detenido desaparecido, violando todos los derechos señalados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, que tipifica este acto como un crimen de lesa humanidad, que no prescribe por cierto.

En estos 35 años en búsqueda de justicia, hemos constatado que muchas familias de detenidos desaparecidos hicimos las mismas gestiones cuando nos encontramos ante la dolorosa experiencia de vivir la desaparición forzada de un ser querido.

  • Efectuamos búsquedas en hospitales, centros de detención, morgues, donde nos tocó contemplar centenares de cadáveres mutilados, torturados, con tiro de gracia.
  • Recurrimos a cuerpos de bomberos para obtener información sobre posibles accidentes automovilísticos, asesinatos, o atentados.
  • Hicimos recursos de exhibición personal y denuncias ante juez competente.
  • Recurrimos a círculos familiares cercanos o lejanos, a los amigos o conocidos, o cualquiera que pudiera tener un vínculo con algún funcionario gubernamental o con algún político vinculado a actividades del gobierno.
  • Salvo contadas excepciones, los resultados fueron los mismos, una a una se cerraron las puertas de la mayoría de las personas conocidas, incluyendo las de las instituciones responsables de perseguir e investigar los delitos, quedándonos los familiares en un total desamparo, en silencio, con dolor y frustración.

Todos tuvimos al inicio una expectativa de confianza en la humanidad de los otros, en la amistad, en esa bendita esperanza de poder recuperar con vida al familiar desaparecido; sin embargo, pronto nos enfrentamos con el miedo, con la culpa que forma parte del sufrimiento, con la angustia y la cobardía, con la desesperanza y el tener que enfrentar amenazas sutiles o veladas, que finalmente se tradujeron en el terror que inducía a la paralización. También encontramos miradas y actitudes de reticencia, que rayaban en una velada condena, justificando lo injustificable, cuando preguntaban ¿“en qué andaba metido su familiar”?.

Este fenómeno lo describe certeramente Carlos Figueroa Ibarra en su libro “Los que siempre estarán en ninguna parte”, cuando menciona que “el terror es un arma eficaz para moldear conductas…..No es raro ver cómo la desaparición de un ser amado puede dividir a los familiares, algunos de ellos piensan que la tragedia es el resultado de las actividades del desaparecido”…

“Basta con sentir un miedo profundo para empezar a sentir rabia contra la víctima, en lugar de hacerlo contra el victimario…En no pocas ocasiones el miedo hace asumir a los familiares que el desaparecido era una suerte de delincuente, que tuvo su merecido al ser secuestrado, presumiblemente torturado y asesinado”. Luego remata diciendo “Y así el desaparecido, desaparece una vez más”.

Emil Bustamante y miles como él, héroes que se atrevieron a buscar un cambio nacional por los medios posibles, desde los más sencillos hasta los más complejos, se ubicaron en la mira de los asesinos y se volvieron un objetivo militar, aun cuando no usaran armas.

En los manuales de guerra contrainsurgente de la Escuela de las Américas, donde decenas de militares guatemaltecos han recibido y reciben entrenamiento militar contrainsurgente, hasta hoy se establece “que un enemigo es, aun cuando no porte arma alguna, aquel que por su sola gallardía o ideología se constituya en un riesgo. Cualquier simpatizante o aliado a una esfera de cambio es un enemigo, que hay que secuestrar, torturar, fusilar, desaparecer”.

En algunos familiares de desaparecidos, estas condiciones de adversidad generaron amplias reflexiones sobre las motivaciones y deseos por la búsqueda de verdad y justicia, donde la hermandad y el amor filial con el desaparecido se conjugaron con una mayor conciencia política, por mantener y profundizar la lucha contra la injusticia de un estado represor.

Las fuerzas de seguridad del Estado guatemalteco, cuya finalidad era proteger a los ciudadanos y la soberanía del país, se convirtieron en una gran maquinaria de la muerte, violando todos los derechos humanos asentados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, suscrita por Guatemala. En todos los países donde hubo conflictos armados, hubo prisioneros de guerra. En Guatemala este fenómeno no se dio. Contra esas fuerzas de seguridad luchamos en el pasado y seguimos haciéndolo hoy, porque están ahí, impunes, derramando sangre; ya que muchos de sus dirigentes pertenecen al crimen organizado.

Iniciativa de Ley relativa a la desaparición forzada

En este contexto de continua impunidad, me refiero a la Iniciativa de ley 3590, que regula la creación de la Comisión Nacional de Personas Víctimas de Desaparición Forzada y otras Formas de Desaparición.

Durante todo el período que duró el Conflicto Armado Interno (CAI), el Estado guatemalteco recurrió a la desaparición forzada como una práctica sistemática para mediatizar y reprimir al movimiento popular y sus organizaciones, y para desmovilizar y aniquilar a las organizaciones político militares.

45,000 personas fueron víctimas de desaparición forzada durante el CAI, una de ellas fue Emil.

A través de muchos esfuerzos de las organizaciones de la sociedad civil, y particularmente de aquellas que forman parte del Grupo de Trabajo contra la Desaparición Forzada en Guatemala (GTDF), la iniciativa de ley fue aprobada en las Comisiones de Finanzas Públicas y Moneda y de Legislación y Puntos Constitucionales, en agosto de 2007 y marzo de 2011, respectivamente.

Desde esa fecha, el Organismo Legislativo ha sido negligente e indiferente para avanzar en el proceso de aprobación de dicha ley, por lo que denuncio la falta de voluntad política del Estado de Guatemala para diseñar, evaluar y ejecutar planes de búsqueda de las personas víctimas de desaparición con objeto de estudiar, sistematizar, registrar y dar seguimiento a los casos de desaparición forzada y otras formas de desaparición.

En relación con este tema, hoy aprovecho también para denunciar que el Estado de Guatemala no ha ratificado la Convención contra la Desaparición Forzada, que fue promulgada por la Organización de las Naciones Unidas en 2010, que ha sido firmada por 93 estados y ratificada únicamente por 50. Esta Convención proporciona una sólida base para la lucha contra la impunidad, la protección de las personas desaparecidas y sus familias, y el refuerzo de las garantías que ofrece el Estado de derecho, entre ellas, la investigación, el enjuiciamiento, la justicia y la reparación.

En todos los países donde hubo conflicto armado se formaron Comisiones de la Verdad, hoy es reconocido como un derecho humano el derecho de la sociedad a conocer las violaciones que el Estado haya cometido contra la población civil desarmada. En Guatemala se constituyó la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, y uno de sus objetivos fue recabar testimonios de muchos integrantes de la población guatemalteca que tuvieron algún familiar o familiares asesinados o detenidos desaparecidos.

Si bien es cierto que se recogieron miles de testimonios y se llegó a la conclusión que el CAI dejó como resultado 200,000 civiles muertos, 45,000 detenidos desaparecidos y más de 600 aldeas arrasadas, la Comisión tenía como objetivo esclarecer la verdad; sin embargo, los tres miembros de esta decidieron que la verdad resultante de sus trabajos debía ser resguardada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) durante 50 años, fue una decisión dolorosa, en una sociedad que está sedienta de la verdad y de justicia.

En consecuencia, en Guatemala se sigue negando el holocausto vivido por los pueblos mayas, los hombres sin honor pertenecientes al ejército guatemalteco que mancillaron esta tierra siguen sin reconocer las atrocidades cometidas, entre ellos, el genocidio en tierras ixiles.

Por eso, aprovechando este reconocimiento para Emil, solicito al Honorable  Consejo Superior Universitario y al Señor Rector Carlos Alvarado, intercedan ante la ONU,  para que la base de datos que documentó la Comisión de la Verdad de la USAC sobre sobre las detenciones y asesinatos de universitarios, y que fue entregada a la ONU en el periodo del ex Rector Jafet Cabrera, sea reintegrada a esta casa de estudios, para que se haga pública la verdad de las víctimas sancarlistas, instituyendo el Museo de la Verdad de la USAC.

Y con todo respeto solicito se cree la cátedra de la Memoria Histórica Dr. Emil Bustamante, para que las nuevas generaciones conozcan el esfuerzo realizado y el ideario de las mujeres y hombres que durante muchos años aportaron sus ideas y ofrendaron sus vidas por hacer palpable y efectivo el lema universitario ID Y ENSEÑAD A TODOS.

Para terminar, y en el contexto de este evento en nuestra Alma Mater, me permito rendir tributo a algunos de nuestros queridos maestros, funcionarios y estudiantes universitarios, que fueron asesinados o detenidos desaparecidos,  cumpliendo con su deber, amar a los guatemaltecos y llevar sus conocimientos y compartirlos con ellos:

  1. Mario López Larrave, abogado laboralista, exdecano de la Facultad de Derecho, asesinado en 1977.
  2. Robin García Dávila, estudiante de la Facultad de Agronomía, secuestrado y asesinado en 1977.
  3. Oliverio Castañeda de León, Secretario General de la AEU, asesinado en 1978.
  4. Antonio Ciani, Secretario de Organización de la AEU, desaparecido en 1978.
  5. Manuel Andrade Roca, funcionario universitario, asesinado en 1979.
  6. Alfonso Figueroa, docente de la Facultad de Ciencias Económicas, asesinado en 1980.
  7. Hugo Rolando Melgar, Director Jurídico de la USAC, asesinado en 1979.
  8. Julio César del Valle y Marco Tulio Pereira, estudiantes de la Facultad de ciencias Económicas; e Iván Alfonso Bravo, estudiante de la Facultad de Medicina, asesinados en 1980.
  9. Alejandro Cotí, dirigente universitario, estudiante de la Facultad de Ingeniería, asesinado en 1980.
  10. Guadalupe Navas, asesora legal de sindicatos y docente en varias Facultades, asesinada en 1980.
  11. Mi querida y entrañable Cándida Rosa del Valle, estudiante de la Facultad de Ciencias Económicas e integrante del Consejo Superior Universitario, desaparecida en 1980.
  12. Marilú Hichos, Héctor Interiano y Gustavo Castañón, miembros del Secretariado de AEU, fueron desaparecidos en 1984.

Por lo tanto, con toda la pasión, con toda la fuerza de mi alma, agradezco a ustedes que le den voz a quienes no la tienen.

¡Viva Emil Bustamante!

¡Vivan los 45,000 detenidos desaparecidos de Guatemala!

¡Viva la Universidad de San Carlos de Guatemala!

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