Créditos: ElDiario.es
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Por: Jorge Álvarez. Fuente: http://cardoruso.com.ar

El primero de octubre (1-O) será clave para los catalanes. Ese día, los ciudadanos que concurran a votar se encontrarán con una pregunta que solamente admite un SÍ o un NO como respuesta: “¿Quiere que Catalunya sea un Estado independiente en forma de República?”

La vía independentista por la que han optado los catalanes tiene sus antecedentes que responden a dos o tres elementos posibles de identificar en el corto plazo (sin quitar valor a lo histórico, claro está). El primero, es la crisis de representación política que domina España que debilita las expresiones tradicionales de la política institucionalizada: Partido Popular (PP) y Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Mariano Rajoy, el actual Presidente, debió pasar por tres elecciones parlamentarias distintas para ser investido como tal.

Fotografía ElDiario.es

El segundo elemento, puede situarse en el campo de los fenómenos insospechados. La crisis social y económica que ha puesto en jaque la política tradicional, también ha dado marco a la emergencia de nuevas formas de participación y representaciones políticas. Hoy, el escenario electoral Español se ha convertido en un cuadrilátero. La pelea ya no solo comprende al PP y PSOE sino también a dos derivas distintas pero explicables en un mismo sentido: Ciudadanos y Podemos. Expresiones de participación generacionalmente más “juveniles” y sin manchas corrupción sistémica sobre sus hombros, que han condicionado tanto el armado de gobierno, como las acciones “típicas” de las fuerzas tradicionales.

El tercer elemento es netamente autoreferencial. Ser testigo del descontento social o de la crisis económica que irradia efectos negativos en todo el país, era una acción demasiado pasiva ante la debilidad manifiesta del adversario. En términos boxísticos podría decirse que madura un nocaut. Por eso ya no se trata de pegar, sino de hacerlo con la mayor fuerza posible: independencia y desconexión o nada.

A los años de negación y castigo debido a su resistencia para sostener su identidad, los catalanes suman también en el reclamo nacionalista cuestiones crudamente económicas. El propio Carles Puigdemont, Presidente de la Generalitat, cuantifica que un 8% del PBI Catalán fluye hacía Madrid sin devoluciones de ningún tipo. No es extraño que esto suceda, durante años Catalunya y el País Vasco fueron faros industriales guiaron a miles de españoles en la búsqueda de trabajo.

Volviendo al contexto, este fue un poco el marco en el que el Parlamento Catalán decidió convocar, el pasado 9 de junio, a un referendo no pactado para definir su suerte ante el Estado español. La debilidad de Rajoy y los escasos apoyos parlamentarios a su modus operandi, han dificultado la posibilidad de sostener canales de comunicación entre las partes. Llamativamente, los escasos encuentros que se dieron entre “independentistas” y el gobierno de Madrid fueron a causa de los atentados en la Rambla de Barcelona y específicamente acotados a cuestiones de seguridad.

¿ES VIABLE UN ESTADO CATALÁN?

Francisco “Paco” Hernández es un madrileño que hace 48 años vive en Catalunya, políticamente está vinculado a diversos sectores de la izquierda catalana y se define así mismo como “autogestionario”. Para él, quien es considerado un defensor del derecho a la autodeterminación de los pueblos, el proceso catalán presenta algunas fallas.

Paco señala que los independentistas “no han pactado la convocatoria con las fuerzas del NO” y que “los espacios que se oponen al referendo, no están no están participando, ni tampoco convocan a votar.” Esa falta de construcción de consensos internos, más allá de los cuestionamientos, no mella en la convicción de muchos que bregan por el “SÍ” ni en la creencia sobre la viabilidad de un Estado Catalán Independiente.

Una razón histórica

Al respecto, Paco piensa que “Catalunya podría sobrevivir como un Estado más, seríamos como Bélgica y Holanda. Incluso te digo, siendo independientes podríamos estar mejor, al menos en lo económico. Pero para poder avanzar hay que negociar la salida de España y eso, por la posición del Estado Español y estos errores en el independentismo, es muy difícil saber de qué manera se concretará.”

Por otro lado, o a su vez, la situación es muy compleja en términos sociales. Catalunya está prácticamente invadida por las fuerzas de seguridad españolas, enviadas por Mariano Rajoy, para impedir un referendo al que el Tribunal Constitucional español ha prohibido declarándolo ilegal.

A ese resguardo “jurídico” de la integridad del Estado español se suma la Fiscalía y el Tribunal Superior de Justicia catalanes que han iniciado un proceso de investigación sobre funcionarios y dirigentes políticos por la presunción de delitos que van desde el prevaricato la desobediencia y la malversación de fondos. A lo que se suma Madrid que está preocupada por la capacidad operativa que pueda tener el independentismo el 1-O y ha bloqueado también las cuentas públicas y suspendido de hecho las facultades del Gobierno Autónomo.

¿POR QUÉ TANTA PRESIÓN?

Está claro que el Referendo desde la perspectiva de la Constitución española es flagrantemente ilegal. Ningún Estado puede reconocer en su texto constitutivo una vía que garantice su desmembramiento territorial, por lo que en términos de oposición, Madrid no está sino siguiendo las reglas del “Manual para el statu quo”. Eso no sorprende. Pero la falta de puentes de diálogo para descomprimir la presión y pactar, al menos, condiciones que abran una negociación, resulta sorprendente o resulta insólito.

Los temores de Rajoy se confirman escuchando a Jesús González Pazos, un independentista Vasco que trabaja en la ONG Mugarik Gabe. Jesús dice que “el gobierno de Madrid no tiene interés en resolver el problema de Catalunya” y que desde el País Vasco “ven con mucha simpatía el referendo”. Incluso señala que “los avances de Catalunya son notorios, hace unos años era un 10% hablando de independencia, hoy es una notable mayoría la que sostienen la alternativa del Referendo para solucionar sus problemas. El pueblo vasco observa con gran interés y atención, si Catalunya consigue le respeten su derecho a decidir, eso a nosotros nos favorece porque nos permite saber qué camino seguir.”

Hace tan sólo unos días atrás, miles de vascos se congregaron en las calles de Bilbao para manifestar su adhesión al 1-O en una puesta en escena de empatía política, pero también de mensaje hacia Madrid: si ellos pueden, también lo haremos nosotros.

Dentro del reclamo catalán, uno de los elementos que más controversia genera es la reivindicación sostenida por el independentismo que plantea la imposibilidad de ser “español” teniendo un origen “catalán”. La complejidad de las relaciones internacionales en la actualidad, que por derecha abreva en la globalización y la internacionalización de las finanzas y, por izquierda, en la constitución de una ciudadanía universal que borre muros y construya puentes, son escollos duros ante el reclamo de Catalunya. Jesús, con proverbial franqueza, desata el nudo del nacionalismo gordiano. “El Derecho Internacional otorga a los pueblos el derecho a definir su futuro, sin restricciones. España en los últimos años reconoció el Derecho a la Autodeterminación de Ucrania, de las Repúblicas Yugoslavas, de los países Bálticos ¿qué diferencia hay entre estos pueblos y los Vascos o Catalanes? Para nosotros no hay ninguna. Pero parece que para Madrid una cosa son los países del Este Europeo y otra muy distinta nosotros. Yo creo que este ya no es un referendo independentista, sino un referendo para la democracia: los catalanes tienen derecho a decidir.”

Al cierre de esta nota, la Organización de Naciones Unidas (ONU) a través de su Oficina de Derechos Humanos ha comunicado que las acciones del Gobierno Español “son preocupantes porque parecen violar derechos individuales fundamentales” e instó a “respetar los derechos que son esenciales para las sociedades democráticas” independientemente de la legalidad del referendo.

¿Será este el respaldo que faltaba para votar este domingo?.

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