Créditos: Juan Calles
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Texto y fotografías: Juan Calles

Han pasado ocho días después del paro nacional del 20 de septiembre.  Han pasado muchas cosas después de ese día, pero todo sigue igual. La dignidad, el esfuerzo, el ejemplo que dio la ciudadanía guatemalteca no fue suficiente para lograr impulsar los cambios legales que se exigían para cambiar el rumbo del país. Sin embargo, el pueblo de Guatemala habló fuerte y claro, nada volverá a ser lo mismo después del 20 de septiembre.

En la antigüedad, para discutir problemas comunes, para compartir conocimiento e ideas, la gente iba a la plaza de la ciudad y allí se lograban acuerdos  y se conocían ideas de beneficio común, todos y todas podían participar. El Ágora es un término por el que se designaba en la Antigua Grecia a la plaza de las ciudades-estado griegas (polis), donde se solían congregar los ciudadanos. Hoy en Guatemala se retoma el sentido clásico de la democracia.

A pesar de todo, la unidad quedó en entre dicho cuando surgieron críticas a la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) y al Comité de Desarrollo Campesino (CODECA), los críticos de estas organizaciones populares minaron (aún lo hacen) la contundencia del mensaje que se quiso hacer llegar a las autoridades estatales. La unidad de acción y pensamiento es vital para lograr los objetivos de la colectividad. Las diferencias de pensamiento y acción son válidas pero no deben debilitar el accionar.

A lo largo del recorrido muchos comercios y personas particulares ofrecieron agua pura a quienes caminaban bajo el ardiente sol del mediodía guatemalteco,  con alegría, con solidaridad, con esperanza, la gente se acercaba a ofrecer lo que tenía, y quienes caminaban aplaudían y agradecían el gesto que se constituía en el ejemplo más claro y contundente de lo que es construir un país, una nueva ciudadanía.

Hay un lugar común fastidiosamente usado a discreción “los niños/los jóvenes son el futuro del país”; no obstante su fuerza, sus ideas, su participación es el hoy, es el presente, es el ahora mismo. La participación de jóvenes y niños en la marcha del 20 de septiembre me recuerda que el presente está hecho con lo que hicimos en el pasado, te propongo repetir esta frase frente al espejo y luego sentí.

Una torre humana, una bandera negra, gritos y porras, la gente se animaba, algunos pedían no subir esa bandera pues irrespetaba los símbolos patrios. Al grito de “Si se puede, si se puede” los muchachos lograron llevar a media asta el símbolo de una Guatemala dolida, triste, de luto, que hasta hoy representa el futuro inmediato, sombrío y silencioso. Hoy el ágora está vacía ¿hasta cuándo?

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