Paty, mujer entera y la ternura del acero

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Créditos: archivo familiar
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por: Jorge Francisco Macías Frías

Sandra Patricia Macías Frías murió el 7 de agosto de 2017 en México. Desde el 8 de agosto, será cenizas con la energía del fuego, su esencia seguirá en este universo, que un día convocó materia para dar paso a una ser maravillosa, nacida en Guatemala el 27 de noviembre de 1958, el 3 E, y por su energía fue guerrera, por su energía o por su elección, o quizá por ambos. Guerrillera guatemalteca, mujer guerrillera por su convicción.

De estudiante siempre buscó tener las más altas calificaciones, exigiéndose un promedio de cien, tener 98 era inaceptable para ella. Dónde mejor para eso, que en la isla de Cuba, a donde llegó por la solidaridad de ese pueblo hermano,  a finales de 1967, cuando paramilitares de la oligarquía secuestraron, torturaron y asesinaron a nuestro padre, quien militaba en la Juventud Patriótica del Trabajo (JPT) con su pasión por la vida y en su afán por aportar a los cambios de nuestra Guatemala.

En esa época de estudio y aprendizaje, Paty formó su tenacidad y la consecuencia de su pensamiento y acción, forjó su disciplina. En medio del proceso de construcción revolucionaria en Cuba participa en la experiencia de escuelas en el campo en la Isla de la Juventud, en donde por su consecuencia revolucionaria fue incorporada de manera especial a la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). Allí se hizo cubana y comunista, construyendo socialismo. Ejemplar en el estudio, en el trabajo y sobre todo, como ser humana.

Fotografía: archivo familiar

A los 15 años se incorpora al Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP). Le toca  militar en momentos difíciles de lucha ideológica y de construcción organizativa. A finales del 76 por fin logra irse a la montaña, el crisol que la haría crecer como transformadora. Allí encontró el marco adecuado para su ternura y temple revolucionario. Nadie más que ella podía sobresalir en esa escuela de revolucionarios. Firme con sus ideas, dio y compartió lo mejor de una ser humana. Siendo de ciudad, el medio le era más adverso y ese era su campo. Tenía lesiones en la columna por lo que el grado de dificultad para ella fue mayor, y jamás aceptó privilegios de nada. En la selva, junto a los y  las compañeras todo lo compartió, el hambre, el miedo, el frío o la alegría de superar todo para seguir luchando.

Allí vivió de cerca la pobreza de su pueblo y también la grandeza de su generosidad y eso profundizó su coompromiso revolucionario. También conoció a quien sería el padre de su hija, otra alma igual de generosa que ella y con quien compartió sus más puros ideales.

Luego, participó del trabajo en la apertura de zonas de trabajo organizativo hasta que el problema de su columna le impidió continuar en la montaña. Salió y optó por incorporarse a otra vía u opción revolucionaria.

Su experiencia de vida, su identidad y las oportunidades que encontró, la hizo dedicarse a luchar por los derechos de las mujeres, y se construyó feminista, en donde aportó a las transformaciones y vida de las mujeres. Decidió continuar con su formación académica y tuvo que empezar desde primara nuevamente por problemas con su documentación. El temple de una personalidad solo se puede conocer por los retos y batallas que emprende. El cáncer le alcanzó cuando ya le faltaba solo su tesis. Tuve el privilegio de ser su hermano y compañero, llevaré siempre presente tu ejemplo Paty. Hasta la Victoria  Siempre,

8 de agosto de 2017

 

 

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