1954: A 65 años de la intervención gringa, derrocamiento y exilio

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Créditos: TelesurTv.
Tiempo de lectura: 2 minutos

Por Sergio Valdés Pedroni

En Guatemala, al derrocamiento de Jorge Ubico en Julio de 1944 siguió una revuelta estudiantil que invocaba las “Cuatro Libertades” (libertad de expresión, libertad de cultos, libertad de vivir sin miseria y libertad de vivir sin miedo) proclamadas por el propio Franklin D. Roosevelt en 1941. Arévalo y Árbenz defendieron y profundizaron esas libertades, pero en junio 1954, los Estados Unidos no solo violentaron la democracia sino que traicionaron su propio legado.

Fotografía TelesurTv

 

En 1954, tras la derrota de la promesa modernizadora del gobierno democrático de Jacobo Árbenz Guzmán, un importante grupo de guatemaltecos partió al exilio. Hubo gente que se asiló el día mismo del golpe, es decir el 27 de junio de 1954. Ésta foto debe haberse tomado en septiembre de 1954, antes de la partida a Argentina.

Mi papá Fernando Valdés Díaz es el que está en el extremo izquierdo, agitando con la mano el salvoconducto, que por fin les habían dado. Esto es momentos antes de partir hacia La Aurora, a tomar los aviones militares que envió Juan Domingo Perón, entonces presidente de Argentina.

La partida de los asilados se produjo en varios viajes, entre septiembre y octubre de 1954. Víctor Manuel Gutiérrez fue uno de los último en llegar a la embajada, por lo menos 3 meses después del golpe. En Argentina. Decenas de ciudadanos se alejaron del país brutalizado para salvaguardar su integridad y seguir bregando por el porvenir.

Otras embajadas democráticas y solidarias también recibieron asilados, tal el caso de México, a donde partieron grandes figuras del arte y las ideas arbencistas.

El asilo de funcionarios del gobierno revolucionario a las embajadas posterior a la renuncia del Árbenz y a la caída del gobierno revolucionario, fue explotado negativamente por los medios de comunicación vinculados al golpe en términos de “signo de debilidad y culpabilidad”. No obstante, era la única forma de asegurar su vida y garantizar la permanencia de las ideas progresistas.

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