Créditos: Jeff Abbott
Tiempo de lectura: 3 minutos

Texto: Rony MOrales

fotografía: Jeff Abbott

Mi nombre es Humberto Caal González, tengo 46 años, soy líder espiritual, miembro y representante del Consejo de Ancianos del pueblo. Trabajo de fotógrafo, barbero y peluquero. Soy maya poqomchi´, nativo de la aldea de Pambach, Santa Cruz, Alta Verapaz. Pero tuvimos que salir de la aldea hace 33 años. Primero estuvimos viviendo en San Cristóbal Verapaz, luego en Chisec y finalizamos después de varios años en el centro del pueblo, aquí en Santa Cruz.

Tengo dos hermanos desaparecidos: Mauro Caal González y Domingo Caal González, y mi padre Juan Caal Tún, que murió a dos metros de mi persona. Bueno, a mi papá lo mataron en 1983. Dónde mataron a mi papá es lo que yo recuerdo, porque yo caí impedido junto con él. Yo fui baleado y torturado.

Bien, vamos a ver cómo es que mi aldea sufrió esa masacre. Tenía 13 años de vida, estaba estudiando en segundo grado de primaria. Era entonces un día lunes el 1 de junio cuando los militares llegaron en gran cantidad a la aldea y rodearon la comunidad.

Nosotros estábamos jugando en el campo de la escuela, esperando los profesores, cuando llegaron los militares y desde la escuela vimos cómo entraron a la casa vecina de la escuela, donde agarraron todo el producto que había, consumieron todo lo que había en la tienda. La señora era la esposa de uno de los profesores, cuando de repente ya los militares se aprovecharon de la señora, la ultrajaron, o podemos decirlo, violaron doña Flora Max y a su hija Flora de trece años. Así fue la llegada del Ejército en la mañana. Ese día, 1 de junio de 1982, quemaron la casa del profesor y después vimos amarrada a doña Flora y a su otro hijo. Ellos están desaparecidos.

La historia de nosotros es bastante complicada. Primero fuimos perseguidos por la (Policía) Militar en 1982, en Pambach. Yo vi todo eso. Vi todo lo que hizo la Militar ahí, en Pambach. Mi familia se logró salvar ya que no estuvo ahí porque teníamos dos casas: nuestro rastrojo en la comunidad vecina y la otra casa la teníamos en la mera aldea. Entonces por eso mismo es que mi papá no estaba ese día y por eso no fue llevado por el Ejército ese día.

Recién se había celebrado el Día de la Madre. Ese día se habían quemado bombas de fiesta, fue una celebración grande y de mucha solidaridad y a la señora responsable de realizar la fiesta le sobraron las bombas. Cuando los militares revisaron la casa, encontraron las bombas que sobraron. Entonces ya no solo dijeron que eran bombas de fiesta sino que las catalogaron como bombas de guerra que se utilizaban para matar. Entonces le echaron fuego a la casa de la señora y se la llevaron, le pusieron una capa negra u oscura. Ese día que nosotros estábamos en la escuela eran las nueve de la mañana. Entonces nos fuimos para nuestras casas y yo me fui para otra comunidad.

Ahí teníamos nosotros trojas para secar mazorca. Mi papá logró decirme: “mira mijo, ten cuidado porque los militares cuando vienen enojados hacen los días de todos horribles”. Pero nadie, nadie, por lo menos nosotros no sabíamos qué era lo que significaba la palabra militar. Nunca habíamos visto a un policía o a un militar. No sabíamos qué era militar y qué era policía. Entonces la comunidad durante el 1 y el 2 junio empezó a sufrir. Ese día registraron casas, registraron escuelas, iglesias buscando cosas. Tiraban todo y destrozaban lo poco que teníamos los diferentes comunitarios.

El 1 de junio de 1982 era martes. Registraron todo. Entonces, en la escuela encontraron una lista de personas, quienes integraban la junta directiva de la escuela. En la Iglesia encontraron listados de la junta directiva de la Iglesia, y también encontraron listados de la junta directiva del Comité de Caminos, del Comité de Agua, del Comité de la Escuela y de las celebraciones de todas las fiestas, en la comunidad, y estas listas las utilizaron para sindicarlos como guerrilleros.

Si una persona se encontraba dos veces en la listas, automáticamente lo calificaban como comandante guerrillero. Además, un catequista era catalogado totalmente como guerrillero. Una persona que fuera promotor de salud, como don Víctor Chiquín, único promotor de salud en la comunidad, fue catalogada como “el doctor de la Guerrilla”.

Lo que pasó en mi comunidad Pambach fue la tragedia convertida en la muerte de 70 hombres, la violación de mujeres y niñas, la muerte de mi papá y mis hermanos unos años después… después de la masacre de mi aldea.

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