Créditos: Nelton Rivera
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por: Marisol Garcés

 Hoy 31 de enero de 2016, murió el doctor Carlos Guzmán Böckler. Sin embargo, sus ideas no mueren. Y esto, más allá de la frase cliché que se usa en estas situaciones, resulta completamente cierto. Su legado, desde la sociología y la historia, tiene aportes sustanciales para entender este país. Sin Guzmán Böckler comprenderíamos mucho menos lo que es Guatemala.

 Desde sus escritos, de forma insistente y aguda nos habló de la “Colonia”, no solo como una época histórica como nos la enseñan en las escuelas, sino de la que llevamos dentro. Esa Colonia que se ha construido sobre el mestizaje doloroso fundado en la violación y el estupro de los conquistadores españoles sobre el cuerpo de las mujeres indígenas. Esa colonialidad que marcó la vida de las poblaciones indígenas sometiéndolas a la explotación y a la barbarie, llegando a la muerte y al genocidio. Esa Colonia que nos dejó la marca, la idea de creer que “cuanto más clara es la piel, se es más importante” y que ha profundizado expresiones de racismo y desprecio profundo que se reproducen en el imaginario cotidiano de la población: “no seas tonto… pareces indio”, “no seas bruta María…”.

Fotografía: Nelton Rivera
Fotografía: Nelton Rivera

 Esta Colonia que permanece, que se incrusta, que se recrea; que nos ha heredado una ideología que plantea que la diferenciación y segregación son hechos dados, que son así, que no se cuestionan, y que traspasan además otras ideologías, no importando si se es marxista o anticomunista, el racismo persiste. Bajo esta lógica, se aceptan como natural todas las injusticias que se han dado en el país, porque se justifican sobre la base de que hay poblaciones que valen menos, que son “menos personas”, que son “menos ciudadanos”.

 Guzmán Böckler nos despertó la conciencia. Nos señaló cómo, desde los sectores poderosos, subsiste la ideología colonial de ejercer el rol de ser “ladrones sin destino”; donde los bienes nacionales son el botín a despojar, donde no existe proyecto de nación, sino sólo intereses personales. Estas élites que gobernaron y gobiernan, funcionan bajo el pensamiento colonial de la explotación económica a muerte y del racismo profundo, ya que son elementos constituyentes para la defensa de sus intereses y para la acumulación de sus riquezas.

 En la realidad actual que atraviesa el país, donde se ha evidenciado este modo de operar de los sectores poderosos y de las estructuras paralelas, las palabras de Guzmán Böckler cobran un sentido contundente. Nos enseña cómo estas ansias de poder, que se remontan a las que traían los conquistadores y colonizadores, y se expresan hoy en día en la cooptación del sistema de justicia, en el enriquecimiento ilícito a costa del Estado, en el despojo de sus territorios y bienes naturales a los pueblos indígenas, en la criminalización de las personas que defienden derechos, en la estigmatización de las poblaciones indígenas que se defienden ante megaproyectos mineros, hidroeléctricos, petroleros o de monocultivos.

 Guzmán Bökcler además nos señaló el desafío crucial para este momento que vivimos, ya que al igual que durante la conmoción surgida en las décadas del sesenta y setenta que le tocó experimentar y vivir intensamente, Guatemala en la situación actual requiere de cientistas sociales, de juventud y de nuevos espacios organizativos que tomen posición frente a la realidad, que se comprometan con las transformaciones que este país necesita, que trabajen para erradicar el racismo y la discriminación, para terminar con la colonialidad que nos hace ser una sociedad enferma de injusticia y desigualdad.

 Para recuperar la iniciativa histórica se tiene que abordar una serie de temas fundamentales que permitan entender la realidad nacional. Preguntarnos: ¿qué se espera del mañana?, y con las herramientas de análisis que nos dejó Guzmán Böckler tenemos instrumentos para lograr desmenuzar la realidad, y luego entenderla de forma completa e integral.

 Hasta siempre don Carlos, lo llevaremos en nuestros debates y reflexiones, en las acciones y estrategias que llevemos a cabo. Tenemos el llamado a recuperar la esperanza, a transformar esta tierra con olor a maíz en un país donde se pueda vivir en igualdad y justicia.

 “Para combatir el racismo que campea en Guatemala hay que comprender sus raíces estructurales y actuar en consecuencia. Es, en principio, una tarea intelectual que obliga a una revisión histórica a fono. Ojalá las juventudes asuman ese reto.”

Guzmán Böclker, en prólogo, del libro “Donde enmudecen las conciencias”,

3a. edición, junio de 2016.

 

 

 

COMPARTE