El racismo es cosa seria

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Créditos: El deber. Bolivia
Tiempo de lectura: 4 minutos

Texto: Miguel Ángel Sandoval

Fotografía: El deber. Bolivia

No creo que haya algún chapín que acepte, en sus cinco sentidos, que es racista o que alguna vez se le sale desde lo más recóndito y desconocido, algún gesto racista o expresión del mismo origen. Como se dice, el racismo se mama o más claro aún, es algo casi genético.

No voy a soltar un rollo sobre el racismo y menos citar a Severo o Jean Loup y Guzmán, para volver a las discusiones tediosas de hace varias décadas. Sólo quiero, dar algunos ejemplos de aquí pero sobre todo, de otros países con menos razones para ser racistas, o si se prefiere, con razones de otro tipo. Pero racistas igual. Pues el tema del racismo es una pandemia mundial que no opera solo en nuestro destartalado país.

En Cuba en donde hubo una revolución que dijo estar en contra del racismo y que durante décadas hizo de la educación un proceso sin ninguna exclusión, la contradicción es entre afrodescendientes y gallegodescendientes, cuenta la anécdota, una discusión entre un contrarrevolucionario y un negro revolucionario se resolvió cuando el contra le dijo al negro: ¡mi ideología se cura, pero no lo tuyo mi hermano!!

En lugares de España hay letreros que dicen se prohíbe entrada a perros y gitanos. Igual en cafés o bares en Bélgica o Alemania que prohíben turcos, árabes o negros. En Guatemala a indios, como lo dice el rosario de casos presentados en las instancias como la PDH o Codisra, sólo que no se ponen en letreros a la entrada. Por algo somos conocidos por ser poseedores de una hipocresía proverbial.

Al extremo que según la Constitución aquí somos iguales en derechos y demás yerbas, sólo que hay algunos más iguales que otros. Al grado que hace solo unos años, existía solo un diputado indígena en el congreso con una población de mayoría indígena. O que la religión indígena (la costumbre) fuera prohibida igual que sus idiomas. O que en la actualidad se siga discutiendo si la jurisdicción indigna existe o no y si es menor a la visión dominante. No es un tema de matices, es asumir o no legalmente la exclusión con vaselina o sin ella.

No tenemos apartheid, pero observadores como un exjefe de Minugua, de nacionalidad alemana, afirmaba con argumentos inquietantes, que éramos el país más parecido con Sudáfrica. En otras palabras, existía apartheid de hecho no legislado, vivito y coleando. Por algo lo decía. Viajeros de países fundamentalistas como Irán de los Ayatolas se sienten cómodos en Guatemala, por algo será.

Pero hay más y lo leía recientemente, al querer ocultar el racismo citando aquella famosa ocurrencia de Severo sobre que el indio era una construcción colonial. Y que finalmente todos éramos guatemaltecos pues no existía eso que se llama indio. Es posible que haya un punto de razón, pero invocando esta frase no se resuelve lo racista de la construcción ideológica. Como se recordará, no hace muchos años se discutía con pasión si el Popol Vuj era o no una copia de la biblia pues los curas que lo habían copiado y traducido, le habían puesto de su cosecha, etc., etc. Pero años después, frisos encontrados en nuevos sitios arqueológicos nos dicen que no había tal influencia occidental y entonces los que dudaban ahora se callan. En fin.

En este caso hablo del racismo académico, nos guste o no. Pues finalmente, ¿cómo aceptar una frase para intentar desaparecer una cultura milenaria?  Que existía mucho antes de los modelos teóricos marxistas y por ello vista como un objeto de estudio hay que decirlo. Y ya vemos lo que ocurre. Se puede argumentar que no se trata de desaparecer la cultura milenaria pero el efecto es de negarla en sus potencialidades y su pertinencia.

Otra historia es el racismo a la inversa, que sin duda existe pero que con un debate serio y con argumentos se puede explicar. Pienso en Fanon o Memmi. Aquí sí se aplica el factor colonial que explica parte de la historia, pero no la sustituye por elaboraciones por pertinentes que sean. Solo como recordatorio, durante años se decía en círculos de intelectuales o académicos que con la revolución desaparecerían las clases y en ese momento el indio, pues sin clases y racismo, todos seriamos lo mismo, guatemaltecos…No hace falta insistir en esta joya metafísica.

El punto es que durante años el debate estuvo en manos de ladinos o caxlanes y un poco antes de plano entre gringos, franceses o alemanes. Habría que preguntarles ahora a indios que piden la palabra y que dicen a quien quiera entender: que los discursos y construcciones sesudas, no terminan de eliminar el racismo. Y en todo este merengue falta nuestra opinión. Creo que tienen todo el derecho de decir lo que les venga en gana para explicar desde las tripas el tema del racismo, tan sobado como incomprendido. Agrego un tema que es indispensable: todo el tema psicológico, las construcciones del yo profundo que se expresa de manera involuntaria y toda esa temática, que la dejo a los expertos.

Y por supuesto, desde el mestizaje hace falta plantear los temas ligados al racismo con una óptica distinta a aquella del indio como la herencia colonial, con su agregado de que el ladino era un ser ficticio.  Hace falta una visión más histórica y más holística para tratar de aproximarse a un fenómeno social y cultural que está presente desde las tortillas o el chile que se comen desde el desayuno.

 

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