Delitos cometidos: explotación sexual y laboral, esclavitud y violación de derechos humanos

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Créditos: Francisco Simón
Tiempo de lectura: 3 minutos

Texto: Conamigua, estudiantes de ECP y Francisco Simón

Fotografías: Francisco Simón

En el municipio del Puerto de San José del departamento de Escuintla vivía Esther, madre soltera de cuatro hijos. El sustento de su familia provenía de la venta de tortillas que ella elaboraba con la ayuda de sus hijas. Lucía es la hija mayor, de catorce años.

Doña Esther tenía un hermano llamado Raúl, que emigró de manera irregular a Estados Unidos. Raúl se encontraba en el país del norte con una situación económica favorable, conviviendo con Guadalupe, una mujer de origen mexicano. En repetidas ocasiones Raúl insistió a doña Esther que le enviara de manera ilegal a Lucía para que pudieran superar sus condiciones económicas, comprometiéndose él a absorber los gastos necesarios del traslado.

Inicialmente, la mamá de Lucía se resistía a enviarla por los peligros que el viaje representaba, pero Raúl envió los fondos necesarios para los gastos de traslado por medio de un coyote, finalmente la convenció.

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Doña Esther, por iniciativa propia y por información recabada con los vecinos sobre los peligros que se corren en el camino, decidió acudir al centro de salud con Lucía, para que le orientaran sobre los métodos anticonceptivos y de prevención de enfermedades de transmisión sexual. Lucía viajó con un kit preparado por su mamá, con condones, pastillas anticonceptivas, entre otros elementos, y fue debidamente instruida para su uso.

En el transcurso del viaje, Lucía fue constantemente violada tanto por el coyote como por los demás hombres del grupo que viajaban indocumentados. Al llegar a su destino fue recibida por Raúl, su tío, quien al abusar por primera vez de ella se dio cuenta de que ya no era virgen. Esto desató su enojo y la golpeó hasta dejarla inconsciente. Raúl reclamaba que él deseaba ser el primer hombre en la vida de Lucía, como recompensa por haberla llevado hasta Estados Unidos y con el fin de convertirla en su segunda mujer. Guadalupe, su conviviente, consentía los deseos de Raúl y no intervino ante los abusos no solo sexuales, sino también laborales y psicológicos.

Lucía llegó a Estados Unidos a los catorce años. Al principio se comunicaba mensualmente con su mamá en presencia de Raúl o de Guadalupe. Su tío se apropiaba de la mayor parte del salario que percibía y una pequeña parte se la enviaba a su mamá, por medio de él. Durante catorce años más Lucía fue víctima de violación sexual constante y de explotación laboral. Era víctima de violencia física y psicológica tanto por su tío como por su esposa.

En uno de sus trabajos, Lucía conoció a Matilde, con quien llegaron a ser amigas. En confianza por primera vez, Lucía le relató su situación personal. Esta vivencia creó un sentimiento de tristeza e indignación en su amiga. Matilde, con consentimiento de Lucía, se comunicó con doña Esther para indicarle que se comunicara con su hija para saber cómo se encontraba, sin darle mayores detalles para no alarmarla.

Doña Esther llamó en repetidas ocasiones para hablar con Lucía, pero fue infructuoso. Por segunda vez Matilde llamó doña Esther indicándole que insistiera en comunicarse con su hija, y en esa ocasión le dio algunos detalles de la situación. A raíz de esta llamada, doña Esther se inquietó y decidió ir en busca de ayuda. Se dirigió al Consejo Nacional de Atención al Migrante de Guatemala –Conamigua-, recordando que se había enterado a través de los medios de comunicación escritos de la inauguración de la delegación de ayuda a personas migrantes.

A su llegada a Conamigua relató los pocos datos que tenía de su hija y comentó su preocupación por las llamadas de Matilde, amiga de Lucía. Por parte de Conamigua el caso fue atendido y se confirmó por medio de la afirmación del relato de denuncia a través de la comunicación telefónica que se logró establecer con la víctima.

Intervención de Conamigua

La Delegación de la Región V, por la solicitud de la señora Esther, realizó la denuncia vía telefónica al departamento de Migración de los Estados Unidos. Se proporcionaron los datos requeridos para que ellos realizaran la investigación y para que pudieran confirmar lo denunciado. Un mes después, la señora Esther recibió una llamada telefónica de parte del Departamento de Migración, informándole que su hija había sido rescatada y que estaba bajo protección. La delegación estuvo en constante comunicación, dándole seguimiento al caso. Lucía recibió beneficios de visa “U” ý todos los del sistema de protección humanitario y fue legalizado su estatus migratorio.

 

 

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