Créditos: Felipe Alvarez Tepaz
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Por: Nelton Rivera.

“Que ingratitud la de esta gente, que odio más feo, ¿qué tienen en el cerebro? ¿Qué tienen en el corazón para atacar de esa forma a la gente humilde?, gente que tienen mente y corazón, e inteligencia.”

Felipe Álvarez Tepaz fue un líder indígena maya kaqchikel nacido en el territorio de San Martín Jilotepeque, un hombre de mucho carisma y liderazgo, como lo describe uno de sus hijos sobrevivientes de la guerra. Don Felipe en el año de 1972 ganó la alcaldía municipal a través de una reñida elección, la Democracia Cristiana –DC-  fue su plataforma política. Para el año de 1978 fue reelecto para un segundo período al frente de la municipalidad, marcando un precedente histórico de un gobierno municipal que rompió el esquema ladino de control político. (García Glenda, Armira Emiliano. San Martín Jilotepeque, Memoria, conflicto y reconciliación 1950-2008).

La fuerte conflictividad por el despojo de las tierras en este municipio, la precariedad laboral, el modelo de colonaje en las fincas y la pobreza  sumado a la agudización de la guerra comenzando la década de los años 80 en todo el país, tuvo uno de los desenlaces más violentos en San Martín Jilotepeque y el departamento de Chimaltenango (Guatemala Memoria del Silencio. Comisión para el Esclarecimiento Histórico CEH. 1999).

La estrategia contrainsurgente dirigida por el general Benedicto Lucas García devastó y golpeó fuertemente el territorio kaqchikel de Chimaltenango, un departamento a escasos 30 minutos del departamento de Guatemala. Benedicto Lucas García treinta seis años después durante la primera declaración que dió el día 29 de agosto 2016 ante el juez de Mayor Riesgo C en la ciudad capital, afirmó que él mismo dirigió las operaciones que desarticularon a las fuerzas guerrilleras en ese departamento, especialmente al Ejército Guerrillero de los Pobres EGP y a las Fuerzas Armadas Rebeldes FAR. La estrategia contrainsurgente del ejército significó la realización de desapariciones forzadas, asesinatos selectivos, violación sexual de mujeres y masacres de poblaciones enteras de comunidades indígenas desarmadas.

Uno de los casos fue el secuestro y desaparición forzada de don Felipe Álvarez y su hijo Rosalio de 17 años de edad en noviembre de 1980. En el operativo militar resultaron gravemente heridas dos de sus hijas. Posteriormente en 1981 el ejército detuvo y desapareció a sus hijos Jorge, Mario y Mateo Álvarez. (García Glenda, Armira Emiliano. San Martin Jilotepeque, Memoria, conflicto y reconciliación 1950-2008).

Treinta seis años después de estos hechos de lesa humanidad, la familia de don Felipe Álvarez Tepaz, conmemora la memoria de su padre, de sus hermanos y de todas aquellas personas maya kaqchikel que sufrieron la represión, en un acto de homenaje junto a la familia Molina Theissen, las familias de desaparecidos del Diario Militar durante la develación del Salón “Familia Tepaz” el día 30 de agosto 2016 en la muestra ¿Por qué estamos como estamos? de IIARS, la red de docentes  y Prensa Comunitaria.

“Ahí hicieron cosas terribles”

Testimonio de uno de los hijos sobrevivientes de don Felipe Álvarez Tepaz.

“Para mí este momento es un poco inesperado, un poco fuera de lo común de mi vida diaria. Gracias a la invitación que se realizó a través del Facebook y por parte de mi sobrina fue que dispuse ayer venir a esta reunión.

¿Cuál fue la razón especial de nuestros gobernantes quienes querían subyugar por completo a la comunidad rural, subyugar por completo y acallar la voz de los líderes de aquella época como era mi señor padre?  Mi papá fue un hombre muy humilde pero con una firmeza tremenda, él tenía una visión muy amplia de lo que era la vida, defendía a su gente a capa y espada a pesar que algunos lo traicionaron después.

El día que lo secuestraron yo estuve unos cinco minutos antes con él todavía, recuerdo cómo dejó de comer algunos de sus alimentos que tenía sobre su plato para dárselo a sus nietecitos.

Yo soy maestro jubilado, tengo 7 años de haberme retirado de la docencia y en esos años que yo trabajé, estuve como profesor y director de la escuela Pedro Molina. Ahora el hecho de trabajar para que se conozca esa lesa humanidad que se cometió en contra de nuestra gente, contra mi gente, contra mi familia es importante. No se quedaron tranquilos con llevarse a mi papá, también se llevaron a mi hermano Rosalio, el más pequeño de mis hermanos.

Rosalío era un muchacho muy noble, no se metía en cosas de la política, no, él vivía su vida como jovencito, como adolescente, pero esa noche como son los adolescentes tuvo una discusión con la novia y por eso estaba en la casa cuando llegaron a llevarse a mi papá y se lo llevaron a él también. Yo me escapé porque una de mis hijas perdió una de las clases, yo estaba molesto con ella y nos fuimos al cuarto para estudiar, cuando escuché la balacera en mi casa. Lo más triste es que quedaron tiradas en el piso de la casa dos de mis hermanas, una de ellas trabaja como monja en Puerto Barrios, ella tiene incrustada aún una bala en la columna.

La otra de mis hermanas ya falleció por un cáncer. Luego la persecución para la familia fue muy triste, fue muy fuerte, fue con mucho miedo, yo iba a mi pueblo desde la escuela Pedro Molina e iba a San Martín arriesgando la vida. Recuerdo muy bien cuando otra vez los militares llegaron a mi casa a botar las puertas, a buscar a mis hermanos, me parece que buscaban a mi hermano Jorge porque él era un líder comunitario, él viajaba a todos los departamentos de Guatemala y entonces estaba ya señalado y un día frente a la gobernación departamental de Chimaltenango el ejército lo agarró y se lo llevó.

Luego mis hermanos Mario y Mateo también fueron llevados a San Martín Jilotepeque ahí se les obligó a que hicieran turnos y en esos turnos fue cuando se los llevaron, tenemos la dicha que hace poco luego de una exhumación identificaron los restos de mi hermano Mario.

A él le encantaba la música, pero esa guerra, ¿contra quiénes? Entiendo que cuando hay una guerra es entre soldados de un lado y de otro, armas de un lado y del otro, pero esa guerra era cruel, de un lado decía el ejército vamos a atacar a los subversivos, se iban al rio Piscayá, otra tanda del ejército se iba y decían vamos a atacar a los subversivos del otro lado y entonces era un sándwich, pero en verdad, para aniquilar a mi pobre gente.

En San Martín ahí hicieron cosas terribles. Luego del secuestro de mi padre y mi hermano Rosalio, tres días después de ir a dejar a mis hermanas al hospital nacional de la Antigua Guatemala, me fui al Palacio Nacional, no sé con qué valor pero lo hice, y fui a decir que se habían llevado a mi papá, me entraron a la oficina del general Benedicto Lucas, él me dijo no tenga pena, porque todo lo tenemos bien controlado, su papá está seguro.

Seguramente muerto, entonces hay mucho que decir y de platicar sobre mi padre, por ser el alcalde de San Martín Jilotepeque se lo llevaron con lujo de la fuerza, mi madre imagínense como quedó yo me salvé porque mi hija pequeña se agarró de mí y me dijo no salgas papá, por eso es que estoy vivo.

“Que ingratitud la de esta gente, que odio más feo, ¿qué tienen en el cerebro? ¿Qué tienen en el corazón para atacar de esa forma a la gente humilde?, gente que tienen mente y corazón, e inteligencia.”

Le pido a Dios que esto no se vuelva a repetir, a mí me costó mucho vencer el miedo.”

  • Fotografía principal de la familia Álvarez Tepez.
  • Fotografías de Nelton Rivera.

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