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Por Nelton Rivera.

“Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.” Julio Cortázar.

“El cuarto de las ausencias” es un memorial o espacio que guarda los testimonios de las familias de niños: hijos e hijos detenidos y desaparecidos, los recuerdos de su infancia, de sus  vidas afectadas por la brutalidad de la represión, que atestiguan la historia reciente de este país a través del testimonio de las familias de tres niñas, un niño y un joven.

Éste espacio comenzó en la Casa Yaxs en junio del 2016 y formó parte de la muestra #GuatemalaEnMovimientoS que reflejó 4 años de investigación y periodismo comunitario de Prensa Comunitaria, luego se trasladó a la ciudad de Quetzaltenango a Ciudad de la Imaginación en el mes de julio, ahí el Cuarto de las ausencias incluyó el caso de Joaquín Rodas Andrade detenido y desaparecido en 1985 y ahora el cuarto está en el museo del IIARS.

El cuarto está instalado en uno de espacios del centro de la vieja estación Central del ferrocarril, en una de sus construcciones más antiguas; la habitación formó parte de una casona que en su interior por muchos años se guardaron los repuestos de las maquinas del ferrocarril y de las vías férreas, no es un espacio pequeño es una inmensa galera de 10 metros de altura de una construcción de 600 metros cuadrados. Presidida por la inmensa plaza “Barrios” dedicada de un personaje que se encuentra en el billete de Q5,  el general Justo Rufino Barrios (1835-1885) permanece inmóvil sobre su caballo de batalla con la mirada hacia el norte en una dinámica interminable, puntualmente las mismas palomas lo defecan a diario.

Desde la llegada del ferrocarril a la ciudad de Guatemala, ciento veintiséis años después solo quedan varias locomotoras estacionadas, sus ruedas aceradas selladas por la inmovilización y el olvido década tras década, con calderas que olvidaron como el carbón incinerándose hacían mover sus motores y pesadas estructuras. Vagones de carga y de pasajeros que se han ido destruyendo con el paso del viento, la lluvia, el intenso sol y el abandono, su única tripulación siguen siendo insectos, ratas y ratones o por las noches murciélagos que se apoderan del espacio y del cielo.

De la casona queda el viejo garaje, que sirve de taller, los baños externos construidos de madera con inodoros de porcelana de un siglo de antigüedad y varias líneas férreas que permitieron la circulación de las maquinas, frente a la casona la garita de entrada, un árbol de guayaba que alimenta a los sanates de día y a los murciélagos de noche.

La casona está tomada, en su interior Marco Antonio, Félix, Glenda Corina, Alma Argentina y Rosaura Margarita la habitan, juntos la llenaron de colores, texturas, retratos y textos en toda la habitación, los cinco se toman un poco del tiempo y lo detienen para conversar, reír, soñar, cantar, llorar o abrazar, con sus palabras en boca de otros, sus miradas desde un segundo de luz en varios marcos de fotos o los textos que dan cuenta de quienes eran, que hicieron el último segundo, minuto, hora y día en que sus seres queridos les vieron, con esos detalles que nos hacen retroceder a 1980.

Félix (20 años), Marco Antonio (14 años), Glenda Corina (9 años), Rosaura Margarita (10 años) y Alma Argentina con 18 meses de edad atestiguan a través del “Cuarto de las ausencias” como el Estado guatemalteco se ensaño contra su propio pueblo, peor aún en contra la niñez guatemalteca.

El cuarto de las ausencias es un memorial que cuenta cinco historias de niños detenidos y desaparecidos durante la guerra, en su interior cada uno de ellos y ellas nos dan detalles de sus vidas, de las cosas que les gustaba hacer: leer, pintar, dibujar, jugar a la pelota, patinar, estudiar, colorear, saltar cuerda, jugar al yax o en el caso de Félix hacer militancia política.

Nos permiten conocer una parte de la historia de este país, de esas miles de historias que se documentaron en dos informes: el REMHI[1] y la CEH[2] que dan cuenta que el ejército fue responsable del 93% de violaciones a los derechos humanos durante la guerra, de esa cuenta  45 mil detenidos y desaparecidos, 5 mil de estos eran niños y 250 mil personas más que fueron asesinadas en las masacres.

Es regresar al contexto de los años 80, cuando Romeo Lucas ocupaba el cargo de dictador de turno y su hermano Benedicto Lucas era jefe del Estado Mayor de la Defensa, también saltan otros personajes a la memoria como German Chupina Barahona, Pedro García Arredondo, Manuel de Jesús Valiente Tellez y Manuel Callejas y Callejas, Ramiro Zaldaña Rojas, Edilberto Letona Linares y Francisco Gordillo Martínez, entre otros.

De todos ellos, Benedicto Lucas, Callejas, Zaldaña, Letona y Gordillo están detenidos en un cuartel militar, enfrentando un proceso penal histórico, sindicados de la desaparición forzada en 1981 de Marco Antonio Molina Theissen, de la detención arbitraria, tortura y violación sexual de Emma Guadalupe Molina Theissen y del delito de deberes contra la humanidad de ambos.

En la casona sus muros están pintados de blanco en el exterior, blanco en el interior, con detalles de madera en sus puertas y en sus dos largos ventanales que permanecen sellados ya de varios años, cualquier clavo común y corriente se quiebra antes de perforar un milímetro del grosor del muro, construido desde 1890 cuando una empresa norteamericana se encargó de edificarlas.

En el interior de la bodega contigua a la casona se instaló en el año 2009 la muestra ¿Por qué estamos como estamos? Del Instituto Internacional de Aprendizaje para la Reconciliación Social –IIARS-ñ, la muestra que busca explicarnos el porqué de las relaciones sociales entre quienes habitamos este país.

En esos muros que guardan un siglo de historia están los testimonios de tres familias, que pueden ser nuestras familias.

[1] Informe del Proyecto lnterdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica Guatemala: Nunca Más. http://www.odhag.org.gt/html/Default.htm

[2] La Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) fue la comisión de la verdad y reconciliación de Guatemala.

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