Créditos: Redes Sociales.
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Por Miguel Ángel Sandoval

Este viernes 12 de diciembre, temprano por la mañana, sonó el tel, para dar aviso de una terrible noticia, Augusto Williamsem había fallecido, apenas una hora antes. Guatemalteco ilustre, fue sin duda, el mayor impulsor en Naciones Unidas de los derechos de los pueblos indígenas. A él se debe en gran medida los conceptos centrales del Convenio 169 y antes de ello, el ya célebre informe Martínez Cobo, en donde en un largo documento, se plantean los derechos de los pueblos indígenas con una solidez fuera de duda.

Igualmente, forma parte del grupo de expertos de Naciones Unidas que dio vida a la Declaración Universal sobre pueblos indígenas. Sin duda un guatemalteco universal, ilustre, irrepetible. Mientras en nuestro paìs, le dio vida a la defensoría de los pueblos indígenas desde la Procuraduría de los Derechos humanos. En un par de párrafos la inmensidad de su legado.

En lo personal hay un pasaje de su vida que me gustaría mencionar ahora. Era el año 1994 cuando se inició en el marco del proceso negociador de la paz en Guatemala, la discusión del tema de los derechos indígenas. Como parte de las tareas a impulsar, viaje a Ginebra para encontrar a Don Augusto, como muchos le conocían y le expuse los planteamientos que el documento inicial de la izquierda de la época estaba trabajando. Con sencillez leyó y comentó los contenidos del futuro acuerdo, lo cual comentamos en diversas ocasiones.

De la mano de Don Augusto, conversé con otros expertos de la comisión de asuntos indígenas, que como él, le daban vida al proyecto de declaración de pueblos indígenas. El acuerdo que posteriormente se alcanzo tuvo siempre el aval bonachón de Augusto Williamsem Díaz, es hoy que lo menciono de manera pública. Ahora que ya no está más con nosotros, vaya este recuerdo como homenaje. Hasta siempre Augusto.

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