Elecciones: Pensar más en la larga marcha que en la toma del palacio de invierno

COMPARTE

Créditos: Jeff Abbott.
Tiempo de lectura: 3 minutos

Santiago Bastos – Prensa Comunitaria

Con este texto me gustaría plantear algunas ideas alrededor de la participación izquierda en las próximas elecciones del 2015. Con ello espero contribuir al intercambio que se está dando estos días, como la útil reflexión planteada por Manolo Vela, el excelente y esclarecedor artículo de Álvaro Velásquez , la pregunta que se hace Miguel Ángel Sandoval y de alguna manera, también el de Ollantay Itzmaná.

Debo empezar diciendo que los planteamientos que exponga acá parten siempre de respeto absoluto por aquellos y aquellas que han optado por la participación política a través de la vía partidaria-electoral, buscando con ello abrir esperanzas de cambio en la situación en que nos encontramos y arriesgándose con ello al desgaste político que esta opción suele conllevar.

Pero, frente a los razonamientos que expone Álvaro Velásquez sobre la necesidad de participar ahora en las elecciones generales, yo diría: ¡claro que hay que hacer algo! ¿pero es ésta participación y es ahora? Es verdad que estamos posiblemente en el momento de mayor movilización popular desde la firma de los acuerdos de paz, pero no creo que se pueda plantear algo realmente transformador –y ojalá me equivoque-  desde la ingenua –perdonénme- ilusión de lograr “al menos el 50% de las curules”.

Creo firmemente que no es posible empezar por lo electoral. Ése es el final, no el inicio del proceso; un proceso largo, complejo y muy cuidado, que no debe implicar  hacerlo “con las bases” sino “desde los sujetos” –el sujeto comunitario parecería ser ahora el más importante-, y que su propia dinámica de organización lleve al momento de ver la necesidad de optar por esta vía.

No es nada nuevo, es lo que ocurrió en Bolivia con el MAS y con Evo Morales. Recuerdo que en la  III Cumbre Continental De Pueblos y Nacionalidades Indígenas de Abya Yala de 2007, en Iximché, una mujer  boliviana, en el micrófono, nos dijo a todos mientras mascaba sus hojas de coca: “Muchos compañeros me están preguntando cómo hicimos para que el compañero Evo llegara a la Presidencia. Les voy a contar. Era el año 1988 y estábamos en el Chapare…..” Y desde ahí desgranó una larga historia de asambleas, marchas y protestas, de victorias y derrotas electorales, de ilusión, represión y cárceles: ¡¡una historia de casi 20 años!!

En esa dinámica, el paso fundamental es el de tomar la decisión de crear el “instrumento político” que resuelva la difícil contradicción de entrar a un juego político absolutamente desprestigiado e intrínsecamente corruptor y cooptador como el que tenemos, pero sabiendo que es un espacio fundamental para hacer los cambios que todos necesitamos.

Para hacerlo con fuerza suficiente, ha de ser una decisión de los movimientos y las comunidades, no de los políticos profesionales, una decisión que no debería estar marcada por la urgencia de las elecciones inmediatas, sino por la perspectiva estratégica de un proceso de medio y largo plazo, cuyo fin no es la mera presencia en el juego partidario, sino su transformación final.

Para ello habría que tener la imaginación suficiente como para ir más allá de donde estamos. Dejar de pensar en binomios presidenciales y reparto de curules, superar las formas partidarias organizadas a partir de gerontocracias centralizadas y basar esta jugada en las nuevas formas de hacer política de las que estamos siendo testigos.

Dejar los sectarismos históricos y aprender de la forma en que los más diversos actores, personas con historias e ideologías muy diferentes se han unido para defender su espacio, su dignidad y su vida. Pasar de las definiciones políticas excluyentes a entender qué es lo que mueve a “la gente” –esa categoría sociológica tan vaga pero políticamente tan necesaria-, comprender por qué participando en procesos de organización y lucha, acaba manteniendo el sistema con sus votos.

Todo eso no se hace de un día para otro, ni en unos meses; ni es cosa de unas pocas gentes, aunque su corazón sea enorme y sus análisis certeros. Es algo que nos exigiría a todos y mucha paciencia, mucho esfuerzo y mucha generosidad. Pero hay  que hacerlo.

COMPARTE

Leave a Comment

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.