Violencia y misoginia en el Juicio por Genocidio

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Créditos: Efraín Ríos Montt acusado de Genocidio/Fotografías: Cristina Chiquin
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por Quimy De León

Uno de los aspectos más nefastos que caracterizaron las distintas etapas del proceso del juicio por genocidio fueron las maniobras que utilizaron los abogados de la defensa de los militares. Éstas evidencian lo corrompido del sistema de justicia, la prepotencia y la impunidad de la que gozan las élites patriarcales, económicas, políticas y militares en el país y el manejo a su antojo de las leyes y el sistema de justicia en general, que obviamente han sido diseñadas para resguardar sus intereses.

Las acciones y agresiones que protagonizaron durante éste juicio, impactaron en las personas que asistieron a las audiencias y a la población en general. Utilizaron diferentes argucias y recursos, tratando de retorcer las leyes a su favor, para ellos usaron diferentes formas de violencia, simplificando y banalizando no solamente el juicio, sino la memoria y la vida de las personas sobrevivientes que aún esperan justicia por genocidio.

Una de las estrategias que utilizaron es  el abuso, el acoso y la violencia cargadas de misoginia en contra de la jueza Jazmín Barrios, de Patricia Bustamante y Pablo Xetumul que le acompañaron en el Tribunal de Mayor Riesgo A. Éstas agresiones y faltas de respeto fueron protagonizadas principalmente por uno de los abogados de Efraín Ríos Montt: Francisco García Gudiel, quien sin ningún reparo dijo cosas como éstas:

Les mandamos a ver de que día amaneció el carácter de la juez Jazmín.”

“Tengo enemistad con una. Grave porque la odio, me cae mal, no la soporto. Es una tipa que no puede ser juez”

“Ni la soporto yo a ella, a mi me da náusea verla.”

 “No voy a descansar hasta verlos tras las rejas”

“Les he ganado todo y les voy a ganar todo. No voy a descansar hasta que los hunda.”

“El que busca encuentra y conmigo lo encontraron.”

Con sus argumentos burdos y vulgares pretendieron llevar las acciones de la jueza a un plano personal, su actitud estuvo siempre cargada de odio, evidentemente se montó un show que distrajo la atención de lo fundamental que era el juicio y lo que estaba en juego. A la vez se quiso llevar a la jueza a un nivel de presión extrema. Es inadmisible que casi no haya habido en su momento casi ningún pronunciamiento y menos una sanción disciplinaria judicial, ética o moral desde que iniciaron estos abusos. Éste montaje generó opinión pública que buscaba generar actitudes adversas y de desaprobación en contra de la jueza, que se montaron al mismo tiempo que se creó una campaña anticomunista y de terror a nivel de medios de comunicación corporativos, desde los formadores de opinión de la extrema derecha.

Es lamentable que esté normalizada la violencia en contra de las mujeres en esta sociedad, que esta situación fue poco evidente, invisible ante los ojos de la mayoría.

Sumado a esto, es preciso denunciar que en este momento histórico, en donde se está llevando a cabo este juicio, las mujeres y la población en general, fuimos sujetas de manipulación, chantaje, violencia, zozobra e incluso terror por una serie de acontecimientos que se desarrollaron al mismo tiempo en el país como los inconstitucionales estados de sitio, la persecución política y  criminalización de la protesta social; además del manejo político y mediático utilizado por los grupos de poder, paramilitares, militares, gobierno, intelectuales del poder y cámaras de comercio.

Es inadmisible no pronunciarse y menos no indignarse ante estas acciones de violencia en contra de las mujeres, ante el odio que se manifiesta en la mentira, la descalificación, el rumor y la burla que intenta minimizar el potencial y la fuerza de las mujeres como Jazmín Barrios y las mujeres del pueblo maya Ixil, quienes con la fuerza de sus testimonios se atrevieron a denunciar la barbarie cometida.

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