Créditos: Eduardo Pablo
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Texto y fotografías: Eduardo Pablo

Jun iq’ – 13.0.3.14.3 (calendario de cuenta larga)

Se desarrolló el V conversatorio ¿Independencia de quién?, en Yichk’ox – Oyeb’ Tx’o’ Konob’ (San Juan Ixcoy) del territorio Q’anjob’al, al que asistieron más de 40 personas para conversar sobre los acontecimientos del 15 septiembre de 1821: “la firma de la independencia”. Esta actividad se ha llevado a cabo desde hace cinco años, de forma consecutiva, y fue transmitida por la radio comunitaria Kab’tzin 89.5 FM.

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El objetivo del conversatorio era generar un espacio de estudio y crítica sobre la “firma de la Independencia, el 15 de septiembre de 1821”, puesto que ello da mucho que pensar y mucho que cuestionar, ya que desde los centros educativos y otras instituciones del Estado se promueven festividades para este acto pero no se impulsan espacios de análisis, estudio y crítica.

Se concluyó con que la firma de la Independencia el 15 de septiembre de 1821 fue un acto de traición de los representantes de la corona española en estas tierras, pero para los pueblos originarios la situación empeoró. La “Independencia” no significó cambios en cómo los españoles, criollos y ladinos trataban y se relacionaban con la población originaria. Prueba de ello es la rebelión y sublevación de la población de San Juan Ixcoy, el 17 de julio de 1898[1] contra habilitadores y ladinos que explotaban y esclavizaban a la población. ¿Acaso se abolió la esclavitud en ese momento?, no.

En el punto 1 del “Acta de Independencia”, firmada el 15 de septiembre de 1821, dice literalmente: “1o. Que siendo la Independencia del gobierno español, la voluntad general del pueblo de Guatemala, y sin perjuicio que sobre ella determine el Congreso que debe formarse, el señor Jefe Político lo manda a publicar, para prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase el mismo pueblo”. Por ello, los participantes en el Congreso determinaron que dicha independencia fue hecha sin la participación de la población originaria.

También se reconoció la importancia de las luchas históricas de los pueblos, así como las dirigidas por Atanasio Tzul, Manuel Tot y Lucas Aguilar en Totonicapán en 1820, que fueron apagadas con sangre, castigo y cárceles por los invasores. Estas acciones influyeron para que los criollos, latifundistas e invasores declaran la Independencia en 1821.

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Se consideró absurdo que se celebre este acto con festividades, puesto que las condiciones de vida de la población originaria van de mal en peor. La población sigue sometida a la esclavización, al empobrecimiento, al hambre, al despojo. Seguir engañando a la niñez, a la juventud y a la población en general es un crimen. En libros de primaria se enseña que la independencia fue “el día en que los guatemaltecos decidimos ya no ser parte de ningún otro país”. ¿Y por qué se hicieron anexiones a México? ¿Al referirse a guatemaltecos, somos todos o sólo los supuestos próceres de la independencia? Es muy evidente que en los centros educativos no se enseña sobre historia, y que la educación bancaria sigue vigente. Los aparatos del Estado hacen que la población –principalmente la niñez y juventud– crea en esas falsedades y se sientan libres e independientes, dejando así en el olvido las luchas históricas de los pueblos y las condiciones en las que nos encontramos sometidos. Se deben hacer cambios, se deben hacer reivindicaciones para que todas y todos seamos sujetos y arquitectos en este país, para que todas nuestras naciones sean partícipes, y no se siga con la idea y proyecto del “Estado Nación”, con el racismo, la discriminación, el empobrecimiento,…

Se debe cuestionar sobre los “símbolos patrios”, llenos de mentiras, ideales, objetivos y proyectos de los colonizadores. La descolonización es un proceso en marcha, con el objetivo de alcanzar una sociedad en la que todas y todos seamos actores y no objetos de lo que otros quieran.

[1]     Algunos libros en las que hay registro: 1) Motines de indios, Severo Martínez Peláez, segunda edición junio de 1991; 2) Miradas hacia el pasado, Nele Deprez de Aguirre, CEDFOG, primera edición septiembre 2014.

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