Créditos: @Guatevision_tv
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Por: Francisco Rodas

El programa de Guatevisión, #Sinfiltro de ayer jueves fue un desastre. Analistas como Daniel Haering y Phillip Chicola con el declive de su apreciación empiezan asemejarse al señor Zapeta.

Analizando al arrogante, violento retador y ahora descubierto como corrupto, Álvaro Arzú, Haering lo calificó, por decirlo de algún modo, como el patriarca de los políticos. Es decir, alguien que por su experiencia e inteligencia goza de reputación y autoridad.

Añadió además que –cometiendo el error de personalizar el asunto–, Iván tenía en Arzú un fuerte contendiente. Lo del político fuerte lo reitero varias veces.

Conforme transcurría el programa, su exageración y falta de tino en llamar político a alguien que justamente no le apetece resolver las cosas por esa vía, Haering atemperó la alabanza prefiriendo quedarse en la crítica de los poderes imaginarios o reales que rodean al alcalde, como mandar a parar un golpe de estado por ejemplo.

Develar la personalidad, las ambiciones y los fantasmas que posee una persona queda a medias si no se explica las circunstancias que lo llevaron a lo que es hoy. En el caso del alcalde, hablamos de los poderes ocultos que tienen una larga mecha y que por tanto, falta mucho por explotar.

De cómo y a qué parte de esos poderes ocultos pertenece Arzú, Hearing no opinó nada. Mucho menos de su trayectoria siniestra como político fascista y oscuro presidente que ocultó a los responsables intelectuales del asesinato de monseñor Gerardi y que, además, subió al piso de los remates los servicios públicos.

Fotografía @Guatevision_tv

La verdad, Hearing no quería arruinarle tanto el otoño al patriarca, de otro modo hubiera reparado en sus amistades, uno degollado, otro ejecutado en la misma trinchera que creía inexpugnable y el último que se encuentra en la cárcel. Todos relacionados, de una forma u otra, a la sociedad militar.

Phillip Chicola salió mejor salvado. Su conocimiento de los hechos le sirvió para poner en la mesa opiniones sin necesidad de echar incienso, aunque coincidió con Haering de no tocar las profundidades del poder de facto.

En cuanto al chinito Ben, al final se mantuvo en una posición equilibrada, tanto que se le veía poco convencido de las narrativas de los otros.

En suma, el programa se mantuvo en un tono suavizado, pese a la importancia del tema y quien sabe, a lo mejor le hubiera caído bien el chismorreo cómico de Zapeta.

Y para cerrar con broche de oro, Haering y Chicola confesaron, el primero, que había participado en las manifestaciones de Rosenberg y contra el presidente Colom, y el segundo, admitió que él había votado por Arzú. Es decir que, por distintos caminos, ambos quedaron burlados o cayeron de incautos. Errores de la profesión diríamos.

Curiosamente estos dos analistas forman parte de la Escuela de Gobierno. Un centro académico privado cuya misión es, transformar la forma de hacer gobierno y política en Guatemala, aunque su respaldo financiero, al parecer, proviene de aquellos que no hacen política sino la compran y que paradójicamente no creen en el papel del Estado, a menos que los beneficie. Con profesores así, yo paso.

Al final lo que presenciamos fue un programa Con Filtro.

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