Créditos: Internet.
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Por: PUZLE90

Antes que nada hay que dejar claro que esto no es periodismo, es militancia. No voy a caer en la miopía de pretenderme objetivo cuando las armas apuntan hacia la gente, mi gente. Si están buscando análisis descomprometidos de observadores que no opinan ni se involucran, para eso está ya la Unión Europea y la OEA con sus comunicados repetitivos de realidades que en Honduras sabemos, repetimos y denunciamos hasta la saciedad. Es intrascendente que nos cuenten la diferencia en porcentajes para propaganda que los medios han dado a un partido y otro durante esta campaña o que nos repitan que instan al Tribunal electoral a darse prisa. Quien no quiera meter la mano al fuego que se vaya a Europa, aquí es claro para todo el mundo que esta elección es un fraude.

Con esa aclaración hecha, empecemos: Juan Orlando Hernández y el Tribunal Supremo Electoral tienen secuestrado a este país por ser incapaces de aceptar la derrota y porque se niegan a soltar el poder. Que en todas las elecciones en Honduras hay fraude es una cosa que sabe hasta la persona más ingenua en el país (vale, exagero, que de verdad hay más de alguno que peca de estúpido a totalidad). Tristemente en países como el nuestro esas son realidades que hemos normalizado al punto que no nos hace ni cosquillas la idea de que nuestras instituciones sean fraudulentas, nos conformamos con que den la impresión de no serlo (o peor aun, nos conformamos con que parezca que al menos no son “tan ladrones”). La gente no está prendiéndole fuego al país porque nos acabemos de dar cuenta que nuestra institucionalidad es corrupta, eso de la transparencia son ilusiones de primer mundo. El nivel de indignación que ha rebalsado las calles en estos días solo corresponde al nivel de cinismo y abuso de poder de la que ha hecho gala el Estado de Honduras desde la tarde del 26 de noviembre, pero que se extiende hacia atrás por décadas y que se ha agudizado a niveles surrealistas a partir del golpe de Estado de 2009.

En el informe preliminar de la comisión de observación de la UE se destaca la abismal diferencia entre la cantidad de propaganda pagada en medios por el partido oficialista en comparación a la oposición (una diferencia de más del 40%). De lo que no habla es de que el actual presidente y su partido ya antes utilizaron millones de lempiras robados al pueblo de Honduras para financiar su campaña electoral, que estas son practicas reincidentes por las que no hay nadie en la cárcel pero si miles de muertos como resultado del desfalco que el partido nacional de Honduras hizo al Instituto Hondureño de Seguridad Social. Estamos hablando de un gobierno que utilizó empresas fantasmas para saquear el IHSS, al cual le vendieron millones en pastillas de harina (no es hipérbole ni metáfora, literalmente pastillas de harina). Y ese es el más mediático y posiblemente uno de los más indignantes, pero está lejos de ser el único acto de corrupción del partido que busca “4 años más” en el poder para su líder y actual presidente. Mientras Hernández, popularmente conocido como “JOH” muestra siempre una sonrisa cínica y ha hecho campaña con el lema de “lo bueno debe continuar”, una visible mayoría de la población de Honduras ha tenido otro lema: “Fuera JOH” que se cantaba en los estadios, en las manifestaciones, en las universidades, y en todo espacio donde se aglutinara gente. 

Como decía antes, no se trata de que nos vengamos dando cuenta de que nuestras instituciones son fraudulentas y corruptas. Se trata de un presidente con infulas de dictador, autoritario, militarista, que ha diluido toda ilusión de separación de poderes del Estado manteniendo control del congreso y la corte suprema de justicia, corte a la cual decapitó cuando sus magistrados le negaron su búsqueda reeleccionista, destituyéndoles y nombrando a un nuevo grupo de magistrados que le abrieron la puerta para re elegirse sin que la reelección fuese siquiera regulada por el congreso. Y con todo esto, con el control de la corte, el congreso, el ejecutivo, los medios de comunicación a los que pagó millones en pautas durante la campaña electoral, el Tribunal Supremo Electoral, cuyo magistrado presidente está vinculado incluso a nivel familiar con el gobierno central, control sobre varios partidos minoritarios que le permitieron llenar de activistas de su partido todas las mesas electorales durante las elecciones, etc, etc., con toda esta estructura, con todo el fraude montado, aun así Juan Orlando Hernández ha perdido las elecciones claramente y ahora se niega a soltar el poder y está usando toda esta estructura ya mencionada para vendernos la idea de que la estadística y la matemática se comportan de manera anómala y excepcional unicamente por tratarse de él. Y si no nos parece, ya nos parecerá a base de gas lacrimógeno y balas.

El TSE ha tomado ya seis días para contabilizar alrededor de 4 millones de votos. Su sistema tecnologicamente avanzadísimo (por el cual también se pagaron millones) avanza a una velocidad que alguien más desconfiado que yo diría que es casi deliberada (notese extremo sarcasmo) Están tratando de sacar votos de Westeros y Narnia. Y nos piden calma. Se están robando el voto de la gente y le piden calma, les están robando el último reducto de poder que sienten tener y les piden calma. A David Matamoros Batson se le atragantaban las palabras cuando declaró la tendencia a favor del candidato de la Alianza de oposición, Salvador Nasralla, el domingo casi a las 2 de la madrugada (tendencia que conocían desde tempranas horas de la noche según todo el mundo que estaba en el centro de operaciones del tribunal) Desde entonces no ha querido hablar más de los resultados, dejando que la brecha se cierre a cuentagotas entre falla y falla del sistema. Uno de los magistrados del tribunal ha declarado una y otra vez que las elecciones las ganó Nasralla y que hay irregularidades en el conteo. Y ¿aun así pretenden que haya cualquier ápice de credibilidad en este proceso? La realidad es clara y en Honduras se ha elegido a dos presidentes: uno lo ha elegido la población y se llama Salvador Nasralla, otro se ha elegido a si mismo y busca imponerse por la fuerza, Juan Orlando Hernández.

Tras días de esperar y ver como un empleado al que han despedido les sigue robando, la población ha salido a la calle a ejercer el poder que le pertenece. La respuesta ha sido represión, militarización, persecución. El día y la noche de ayer Tegucigalpa, al igual que muchas otras zonas del país, fue zona de guerra. El país está en llamas y la responsabilidad es de Juan Orlando Hernández, David Matamoros Batson y toda su cúpula.

Es fácil llamar “vándalos” a quienes no tienen que comer cuando se vive con la comodidad de nunca haber pasado hambre. No voy a juzgar a nadie por tener las mínimas comodidades en la vida (que en este país es bastante privilegio) cuando obviamente yo soy una persona sumamente privilegiada. Pero tampoco voy a pedir que la gente a la que quienes ostentan el poder le han robado todo que se queden hoy viéndose las manos vacías y acepten con “resignación cristiana” la pobreza y el miedo en el que se les ha obligado a vivir. Bastante nos han robado los ricos y poderosos en este país para compadecerme de que hoy les pasen factura saqueando sus mega tiendas cuyas vitrinas inmaculadas se burlan abiertamente frente al hambre de la gente. Desde luego hay daños colaterales a la propiedad de gente a quien (como nos encanta decir) “le ha costado” juntar sus cositas. Pero la responsabilidad hay que ponerla con claridad sobre los culpables, y hoy el mayor culpable de empujar a Honduras al borde del caos se llama Juan Orlando Hernández que como todo buen cobarde estará resguardado con todas las medidas de seguridad posibles para que no le salpique la mierda que él ha desatado (Por allí dicen los rumores que ya se fue para la USA, pero estos días vivimos a base de rumores así que nomás dejo la interrogante malintencionada).

Fuente: dogschasingcars.wordpress.com

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