Créditos: Bandera falsa.
Tiempo de lectura: 4 minutos

Por: Carlos Fernández

@carlosfercid

Seis de la mañana en la sede de la Embajada de los Estados Unidos de Norteamérica y hay una fila de personas que ya cancelaron poco más de mil doscientos quetzales;  eso cuesta el trámite en un país donde el salario mínimo es de poco más de dos mil seiscientos.  Algunos, intentan ir de viaje vacacional, otros pretenden visitar a un familiar que tienen años de no ver y los más temerarios, intentarán burlar al cónsul de la ventanilla para entrar al país por aire y nunca salir o hacerlo solo siendo deportados.

Cuando se pasa por la Embajada, puede uno recordar aquella canción de Juan Luis Guerra de “…buscando visa para un sueño…”.  Solo algunos, conseguirán que se estampe el documento migratorio en sus pasaportes; un buen número a pesar de no representar un peligro para el sistema de justicia, salud o educación gringo, saldrán de la Embajada sin Visa y con el dinero que pagaron por el trámite de menos en sus bolsillos.   Quienes intentaron conseguir visa para no emprender el viaje por tierra e internarse ilegalmente en tierras gringas en búsqueda de algún futuro, ser armarán de valor y marcharán a lo incierto.  Si logran entrar, intentarán con todos sus medios evitar ser capturados y formar parte de los miles que son deportados todos los años hacia Guatemala.

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Pero no para todos es igual, hay personajes que el sistema de justicia del Tío Sam manda a traer a las comarcas. Normalmente, son narcotraficantes que representan un peligro para la seguridad del Estado Norteamericano y otros, son ex funcionarios públicos que rebasaron la frontera de la corrupción local y participan en estructuras vinculadas al narco o utilizaron el sistema financiero de ese país, para depositar lo  mal habido con la intención de lavarlo.

Cuando se dieron las primeras extradiciones de narcotraficantes y políticos, se pensaba que era la última vez que se les vería por estas tierras.  Quién no recuerda a Manuel Antonio Noriega, ex dictador panameño que en tiempos buenos fuera aliado de los Estados Unidos y luego, fuera desconocido, derrocado y apresado por una intervención militar, para “llevarlo” ante las autoridades judiciales y ser encarcelado en el año 1989. Nunca volvió a Panamá.

El Tío Sam ahora es menos drástico con los narcos y políticos corruptos que utilizan su sistema financiero para lavar dinero.  ¿Recuerda usted cuándo Alfonso Portillo fue extraditado por el caso de los cheques Taiwaneses?, muchos pensamos que al igual que Noriega iba terminar sus días en prisión y si llegaba a salir, sería un anciano.  Portillo estuvo preso en Guatemala cerca de cinco años, tiempo que le fue tomado por el juez federal de Manhattan Robert Patterson y computado a su favor por los 70 meses que debía purgar en el país del norte, por lo que salió libre en tiempo record y deportado a Guatemala.  En tanto el MP de Claudia Paz y Paz  fue incapaz de comprobar los delitos que le imputó, el proceso en Guatemala cerró declarándole inocente.  Después de su corta estancia en USA, Portillo regresó a Guatemala como el hijo pródigo y hasta apoyó a un partido político a colocar diputados al Congreso de la República.

En el caso del Patriarca Waldemar Lorenzana, no fueron pocos los esfuerzos de la DEA para capturar al capo.  Lorenzana consiguió también visado exprés para comparecer ante autoridades judiciales de Estados Unidos.  Por la gravedad de los delitos que le imputaban y las supuestas toneladas de droga pasadas por las fronteras para el dopaje de inocentes ciudadanos del imperio, cualquiera hubiera pensado que jamás iba a salir de prisión.  Lejos de ello, Lorenzana fue liberado y seguramente en los próximos días será deportado a Guatemala.

En ambos casos, muchos fueron los meses de desasosiego que pasaron en el sistema penitenciario guatemalteco Lorenzana y  Portillo. Estar preso en Guatemala puede ser un verdadero infierno, hasta para los que abundan de recursos. Largas quizá fueron las noches de desvelo en las que imaginaron el final de sus días en cárceles extranjeras cuando se enteraron que los gringos los mandaron pedir. Pero dulce es el sabor de la libertad obtenida en Guatemala o Gringolandia tras colaborar supuestamente, brindando nombres e información clave para llegar a otros involucrados; los verdaderos cerebros del mal según los gringos.

Entonces mas allá de lo que se pueda especular de las razones por las que recuperaron su libertad en corto tiempo, cuando se miran las cosas en retrospectiva, feliz el día que te extraditan para en unos meses, retornar a las tierras que te vieron nacer, donde están los amigos para conectarte nuevamente a los círculos de poder, las supuestas caletas de dinero enterradas en fincas o en el sistema financiero del país y el seguro retorno a la vida que conocías antes de caer en desgracia.  La ex vicepresidente  Roxana Baldetti Elías y Mauricio López Bonilla quien fuera Ministro de Gobernación durante el periodo del ahora extinto Partido Patriota pueden respirar con tranquilidad. Una vez sean extraditados a los USA, inicia la cuenta regresiva de sus días en prisión y los veremos volver, cuales hijos pródigos.  Grandes tiempos les esperan a su retorno, conferencias de prensa o entrevistas exclusivas a medios para hablar del cambio espiritual que todo el calvario supuso en sus vidas y del aporte que entonces redimidos, querrán darle a Guatemala.  Volverán a hacer política pero tras bambalinas.

Los deportados normalmente lo pierden todo; regresan de golpe a la pesadilla que huyeron.  Otros, regresan a Guatemala y tienen la vida resuelta. Eso es ser deportado, para vivir un sueño.

 

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