Créditos: Jimena Castañeda
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Por: Jimena Castañeda

Hace unos meses la Corte de Constitucionalidad  (CC) dio un amparo provisional que abría la posibilidad de que se reinstalara la carrera de Magisterio Primaria en la educación de nivel medio, esto propició, de nuevo,  un debate dentro de la  ciudadanía guatemalteca.

La mayoría de nosotros reconocemos las debilidades que acechan a los docentes y al sistema educativo en general, pero muy pocos inspeccionamos las distintas  realidades en la que se desenvuelve la educación del país.

Soy maestra de educación primaria urbana—así lo dice mi título de nivel medio—egresada de uno de los colegios de la ciudad. Recuerdo que una ex compañera de promoción, que actualmente ejerce la docencia en uno de los colegios de mayor prestigio, me dijo que era necesario mejorar la carrera magisterial de primaria y que llevarla a la Universidad era la única forma; que en el colegio para el cual trabajaba se esforzaban por la alta calidad educativa y que para eso viajaban a Francia a capacitarse, además, que habían hecho trabajos de acción social con escuelas públicas de San José Pinula y Fraijanes, dándose cuenta que la ortografía de los maestros era «terrible». No lo dudo, el magisterio, así como todo el sistema educativo, llevaba muchos años, casi, en un total abandono.

En el más reciente intento por mejorar la calidad educativa, los más optimistas han dicho que se dio un salto a la modernidad — en apariencia—con el paso al constructivismo como metodología impuesta a nivel nacional; a pesar de que en muchos países ya ha sido superada en muchos aspectos, en Guatemala se ha venido a presentar como la panacea.

Fotografía: archivo personal de Jimena Castañeda

El paradigma educativo que plantea el constructivismo pedagógico, ha venido a transformar de forma dramática, tanto la didáctica como las bases filosóficas sobre las cuales, la educción se sostiene y ha dado grandes aportes sobre la idea central de, que al ser todo una construcción humana, es pues, el mismo educando quien construye su conocimiento con base a los conocimientos previos que se tienen, también presenta un excesivo relativismo llegando inclusive, a casi anular la posibilidad del análisis crítico y de debate, pues contrario a como plantean muchos recursos didácticos, el constructivismo pedagógico al quebrantar los cánones anteriormente establecidos por la educación “tradicional” ha dado paso  a una transformación que convierte y justifica la reducción de áreas de conocimiento, minimiza la investigación profunda y la cultura general, la educación ahora es convertida en negocio y en herramienta de control, para su beneficio personal lucrativo.

El constructivismo pedagógico en Guatemala ha servido como instrumento hasta ahora, más que para elevar la calidad en la educación, para alcanzar precisamente lo que el sistema neoliberal necesita: forjar generaciones que partiendo del paradigma educativo en el que cada joven genera su propio conocimiento, (elemento desde luego que debe reconocerse en todo momento) pero en nuestro caso debido a la falta de profundidad, discernimiento de las autoridades a cargo y los intereses claros del capital, ha servido para impulsar cambios dentro de lo que hoy conocemos como Currículo Nacional Base (CNB) con la finalidad de obtener mano de obra barata.

Que no se me malinterprete, que  la necesidad de renovar la carrera de Magisterio, de que mejore todo el sistema educativo, pero la llamada Reforma educativa producto de los Acuerdos de Paz, llevada a cabo por el gobierno de Berger y que continua ejecutándose, responde a  intereses sectoriales.

En un país de analfabetas, como prioridad deberíamos tener campañas de alfabetización, de comprensión lectora y de análisis matemático; el maestro básico (por llamarlo de alguna manera) es vital para esto.

Al eliminar el Magisterio del nivel medio y las escuelas normales no solamente se eliminó una opción a seguir al momento de salir del ciclo básico, fue mucho más que eso.

En un país como Guatemala, en donde la realidad sobrepasa las películas de ficción, la carrera del Magisterio representaba mucho, simbolizaba para cientos de familias, el que al menos uno de sus miembros, obtendría un trabajo,  incorporaría a  uno de los suyos a un sector distinto y respetado dentro de las comunidades, les daba la posibilidad de llegar a la Universidad ya  teniendo un trabajo que les permitía costearse una carrera en nivel superior y al mismo tiempo aportar  en sus municipios, aldeas, poblados y hogares.

Al carecer de posicionamiento de clase, sin conciencia de la misma y del privilegio que se tiene, muchos han caído en un análisis simple, en donde, así como mi ex compañera de aula, únicamente miraba una arista de lo que conforma una problemática estructural del sistema.

Aunado a esto, debo decir, que el Bachillerato en Educación no llena requisitos mínimos dentro de su malla curricular como para seguir pretendiendo que de esta forma mejoraría la labor docente, se instituyó el magisterio a nivel universitario cuando la única universidad pública no estaba en condiciones óptimas para recibir las cantidades de estudiantes que se pronosticaban y ahora vemos una reducción de docentes egresados.

Un aspecto muy importante pero que pareciera se deja a un lado, nunca se habló de qué forma se mejoraría salarialmente, al exigir un título universitario, esto debería haber contemplado un pago equitativo.

Ahora tenemos todo un revuelo con la nueva readecuación del CNB, áreas cada vez mas compactadas en dónde la nueva gran víctima es toda el área social humanista, las ciencias sociales son reducidas y modificadas, la historia y la filosofía han pasado a segundo plano, las artes limitadas y coartadas; todo ello para dar espacio a las ideas de emprendimiento y al trabajo industrializado dentro de la educación.

La carrera de magisterio nunca fue  sencilla ni simple, su currícula era intensa, profunda, con fuertes contenidos en todas sus áreas. Sistemáticamente la dejaron por un lado, eliminarla de media nunca fue una solución, así como limitar las artes, la historia, geografía y filosofía, son únicamente  estrategias del poder para reducir la cantidad de jóvenes y jovencitas que puedan tomar  la decisión de hacerse creadores, forjadores de pensamiento crítico, analítico y de sensibilidades distintas.

El proyecto continuará, parte de los objetivos son dejar como única opción de estudio de nivel diversificado, el bachillerato, llevaran a la Universidad el secretariado y el perito contador.

Ciertos sectores siempre vieron con  malos ojos al magisterio; ven con desdén al artista, con desprecio al conocimiento que no es pragmático y con fines productivistas.

Ojalá el maestro, el artista, el apasionado por la historia y la filosofía  personas que desde sus realidades y gracias a bases fundamentalmente  humanista, se conformen en un colectivo que logre reconstruir,  unificarse y comprometerse con la realidad social, y ser   capaces  de sembrar las semillas del cambio que tanto necesita Guatemala.

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