Dejemos la corrección política y aceptemos nuestros odios

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Créditos: Banner por Sin Etiquetas
Tiempo de lectura: 2 minutos

Por: Patricia Cortez Bendfeldt

Hace unos días les devolví sus odios, entiendo que sea difícil reconocer la viga en el propio ojo y que la corrección política tenga que favorecer la hipocresía, frente a la realidad.

En los temas de la diversidad, del feminismo, etnia, etc. La gente presa de su necesidad de “caer bien” dice cosas tan inverosímiles como “no me molesta que sea homosexual, pero que lo hagan en su casa” y no, no es que ningún homosexual esté teniendo sexo en pleno parque central, es que la “idea” de que ese ser que no está “normado” (no es “normal” pues, no se ve como se mira el resto de la gente) se convierte en una amenaza, porque le cuestiona al que odia su propio odio. “es que no me caen mal, pero no los quiero ver” o sea, que se vuelvan cucarachas porque mientras estén bajo los muebles no me molestan, me molestan cuando se les da por volar.

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Por caer bien la gente intenta ocultar el odio, “es que eso que hacen no está bien” y se olvida que la normalidad no es sino una medición estadística: lo normal es que las personas tengan el corazón a la izquierda pero lo real es que hay personas que lo tienen a la derecha, estadísticamente son menos del 1% por eso no lo consideramos “normal”.

Prefiero a la gente que dice “me caen mal los homosexuales” y que reconocen su odio a aquellos que fingen respetar derechos pero agregan “no me molestan pero no quiero verlos”.
Y claro, los odios, la viga en el ojo propio surgen de la ignorancia, la falta de información y la necesidad de negación, pero eso es aparte.

Por lo pronto sea valiente: odie, juzgue la paja que al final, quitarle la viga tardará años.

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