Créditos: Jorge Ricardo Ramírez Fuentes
Tiempo de lectura: 2 minutos

Por: Miguel Ángel Sandoval

No es un secreto que tengo por Cuba una particular simpatía. Pero ello no me hace dejar de pensar en los temas básicos de las relaciones internacionales, especialmente aquellas entre Cuba y los EEUU. En los últimos años vimos que gobiernos de EEUU (demócratas o republicanos) violentaban todos los principios de las relaciones internacionales al tratarse de Cuba. La condena al bloqueo por mayoría absoluta en la ONU, con la excepción de EEUU o Israel, can cuenta de ello.

Por esa razón vimos con agrado el reinicio de relaciones diplomáticas y comerciales entre Washington y La Habana pues ello significaba que se dejaba atrás los últimos vestigios de la guerra fría, y que finalmente Cuba podría vivir de forma soberana con tranquilidad a 90 millas del imperio más poderoso del planeta. Pero ahora las decisiones de Trump nos dicen que el proceso de normalización entre Cuba y los EEUU se estanca, peor aún, retrocede a la época de la guerra fría.

Es una muy mala noticia para el mundo entero. Sobre todo, para los países que aún consideran que es posible introducir algo de sensatez en las relaciones internacionales y que estas dejen de ser movidas por la ley del más fuerte. Es teniendo en mente estos parámetros que se analiza hoy en Pekín o París, en La Habana o Montevideo, incluso en nuestro país, el exabrupto de Trump. Parecía que volver al pasado era cosa de series de TV.

Fotografía: Jorge Ricardo Ramírez Fuentes

La declaración del Gobierno de Cuba, solo nos dice de una visión soberana que no está dispuesta a perder los principios por los exabruptos de un presidente, así sea de la nación más poderosa. Casi se podría decir que la manera en que se abordan las últimas decisiones de Trump, tienen la misma lógica que durante la crisis del Caribe o del periodo especial: patriotismo y soberanía.

Hay en todo este proceso que altera las relaciones hemisféricas y más allá, una muestra de la naturaleza de Cuba y su revolución como un fenómeno irrepetible en Nuestra América, por su forma y su realidad geográfica. No es cierto que haya una nueva Cuba en el continente. Lo que si es cierto es que la forma en que la revolución cubana defiende sus principios, debería estar en la agenda de los ciudadanos de principios en el continente.

No se trata de si Cuba es dictadura o revolución, de si es socialista o no, de si viven con libertad o no, de si tiene los más altos índices de desarrollo en salud, educación, y otros renglones. Se trata que su apuesta por el futuro de paz y relaciones normales con sus vecinos, se ven interrumpidas por el exabrupto de Trump, que si de algo se le puede acusar es de ser un elefante en cristalería cuando se trata de relaciones internacionales, no digo diplomáticas pues no las entiende.

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