Créditos: Quimy De León
Tiempo de lectura: 4 minutos

Por: Juan Calles

La he visto siempre de lejos, con respeto y admiración, durante el juicio en el que se busca condenar a los culpables de la brutalidad, conocí a detalle su historia de vida, su lucha desde muy joven, su captura siendo adolescente mientras repartía volantes, sus ganas de cambiar el país, su tenacidad como parte de la Juventud Patriótica del Trabajo (JPT).

Una idea, una forma de ver el mundo, las ganas de cambiar Guatemala, este país que ha sido tremendamente violento con su juventud, tremendamente injusto, tremendamente represivo contra los jóvenes que caminan a contracorriente.

Desde mi butaca de periodista la veo y la imagino joven y necia, joven y valiente, joven y brillante, la imagino llena de ideas y acciones, la imagino huyendo de un destacamento militar salvando su vida, huyendo de las manos que apretaban su cuello veinteañero. Hoy tuve la oportunidad de entrevistarla y hacer algunas preguntas muy elementales, pero que me dieron la oportunidad de comprobar que ella es la mujer que yo imaginaba, digna, valiente, ejemplar.

Quería saber de ella, quería conocer su pensamiento y escuchar su voz. Pregunté ¿De dónde sale la fuerza para estar aquí exigiendo justicia? Lo pensó un segundo, sus ojos se llenaron de lágrimas y buscaron huir y con una sonrisa apenada dijo “no lo sé” pero en ese mismo momento rectificó con una respuesta gigante:

“El amor, el amor a la vida, el amor a Guatemala, el amor a mi hermano”

Cuando Emma Guadalupe tenía veinte años participaba en la juventud patriótica del trabajo y se perfilaba como una futura líder del comunista y prohibido Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) cuando fue capturada por el Ejército de Guatemala, iba en un bus desde la capital hasta Quetzaltenango, entre sus ropas llevaba documentos importantes de la organización, documentos que cambiarían para siempre a la organización; por eso su captura fue vista por los militares como una oportunidad para obtener información vital. Había que sacarle información a como diera lugar y fueron brutales.

Fotografía: Quimy De León

Durante la entrevista pude ver como se llenaba de emoción y tristeza al recordar, como se ponía seria y respondía pausadamente pensando cada palabra; indudablemente es una sobreviviente de la brutalidad que no siente odio pero que tiene un tremendo sentido de la justicia. Pregunté de nuevo ¿Qué le diría a las miles de personas que aún no se atreven a exigir justicia?

“Les diría que es muy difícil abandonar el derrotismo, el pesimismo, pero que sí se puede, que cada vez hay más oportunidad en el sistema de justicia que se fortalece, que estos casos  fortalecen la justica y que ojalá superen el miedo tan profundo que hay en nuestro pueblo y que se animen a presentar su caso en alguna instancia de Derechos Humanos.

Es muy duro, cuesta mucho, pero vale la pena, porque es construir vida, es construir la parte del país que falta por desarrollar”

Marco Antonio, su hermano menor de 14 años fue desaparecido por los mismos que la torturaron; cuando ella logró huir, la inteligencia militar de inmediato se dirigió a la casa de la familia Molina Theissen en La Florida zona 19 y se llevó a Marco Antonio como venganza, como una forma de hacerla entregarse, desde ese día de 1981 no se sabe nada de Marco Antonio. Hoy su madre y sus hermanas están ante los tribunales exigiendo saber qué pasó con él.

Los abogados que defienden legalmente a los militares y los familiares de los acusados, acostumbran afirmar que todo el proceso legal está basado en mentiras y que es un interés económico el que mueve a la familia Theissen para acusar a la cúpula militar de los años 80, le pregunté a Emma Guadalupe ¿qué responde a esos señalamientos?, la pregunta la puso seria y con tono seguro respondió tranquila:

“Si son mentiras o es la verdad, el Tribunal lo decidirá en base a los 170 medios de prueba que se presentaron; y no estamos pidiendo dinero, no nos cansaremos de decirlo, muchas personas han creído en estos argumentos porque hay mucha desconfianza, la gente cree que en este país no se puede mover nada sin otro motivo que no sean intereses egoístas pero no es así, no queremos dinero, no lo necesitamos, trabajamos y lo hemos hecho toda la vida, nosotros no hemos vivido del Estado como lo han hecho los acusados toda la vida.  E independientemente del resultado de este proceso, ha valido la pena, porque nuestra verdad se ha conocido, y porque nos hemos dignificado y hemos sanado”.

La familia Molina Theissen está usando en las redes sociales la etiqueta #ElegimosVivir; al ver a las mujeres de esta familia en el Tribunal, la etiqueta cobra sentido y se entiende que además de elegir la vida han elegido la dignidad. Emma Guadalupe debía salir de la sala de audiencias y yo no quería que la entrevista terminara aún, así que le hice una última pregunta apresurada pero certera ¿Qué significa la #ElegimosVivir?

“En los años 80s después de todo lo que me pasó y después que desaparecieron a mi hermano, destruyeron nuestra capacidad de vivir, nuestra capacidad de sentir que la vida era posible. Yo no me sentía merecedora de la vida, pensaba que mi vida era una vida robada a mi hermano, pensaba que no merecía el amor y la justicia ni siquiera pasaba por mi mente; y en medio de todo eso, con todo el amor hacia el país y a los seres humanos dignos, que sí los hay, pues elegimos vivir, elegimos ir construyendo una vida, que nos dignificara, antes de que llegara la justica y ahora llegó la justicia”.

Agradecí sus palabras y agradecí su lucha y su valentía; nos despedimos y sentí que me despedía de un ser humano capaz de cambiar su historia de muerte por una historia de vida y de optimismo colectivo.

La entrevista duró cuatro minutos, pero el significado de sus palabras han recorrido 37 años para hacerse realidad, para poder decir con total certeza frente a quienes quisieron aplastar con violencia inhumana, a quienes pensaban de forma diferente, para poder gritar con los pulmones llenos de aire nuevo, Elegimos Vivir.

 

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